#5: El hermano bastardo

360 31 9
                                    

Cuando despierto, siento la presión de las vendas rodear mi abdomen. Parpadeo tratando de acostumbrarme a la luz blanca mientras levanto mi cabeza del suelo blanco de lozeta. Debo estar en el mismo lugar en el que me desmaye, el suelo está limpio, a diferencia de hace rato. Mi pie está encadenado a una columna y ya no estoy usando mi vestido de novia, sino un vestido azul viejo.

—¡Oh! ¡Está despierta! —grita una voz femenina y cuando volteo una chica castaña aparece frente a mí sonriendo energéticamente, sostiene un bebé en sus brazos, tapado por una manta rosa—. ¡Hola! ¡Soy Berenice, puedes llamarme Bere! ¡Esta es mi hija Gina!

—Hola —respondo nervioso sentandome en el suelo lo mejor que puedo, con todo mi cuerpo doliendo, sobretodo mi cabeza.

—Tú eres Angélica, ¿no? La señora Fiona nos contó todo sobre ti —me dice de forma energética y se sienta en el suelo sonriendo, detrás de ella, puedo ver a una chica de cabello negro y delgada caminando de forma coqueta hacia mí, a su lado, hay una chica con la cabeza rapada y un poco robusta que me ve con aburrimiento.

—¿La señora Fiona? —pregunto confundida y Bere asiente con energía.

—Nos pidió que te cuidaramos en lo que ella vuelve, ¿necesitas algo? —me pregunta sonriente.

—Bere, vas a despertar a tu bebé —le dice la chica de cabeza rapada mientras camina hacia nosotras.

Las tres portan un vestido blanco con negro, como de sirvientes victorianos. Aunque sus peinados y maquillaje son distintos, Bere no trae ni un poco, la chica coqueta trae uno discreto y la chica con cabeza rapada trae uno más elaborado, con un delineado bastante complicado.

—Lamentamos vestirte sin tu permiso —me dice la chica rapada mientras la coqueta ve con emoción a la bebé de Bere—. Estabas cubierta de sangre y hielo, no nos pareció adecuado dejarte así.

—Está bien —respondo de forma tímida mientras aprieto mis brazos sobre mi pecho.

—Me llamo Clarisa —se presenta y se quita un guante de encaje para revelar su mano hecha de cuerdas—. Mi poder es de orden de invocación, puedo estirar las cuerdas en mi mano a voluntad y atar cosas. La chica de pelo negro es Abigail, su poder es de orden telepático, puede inducir a la gente a dormir a voluntad. Tere ya se presentó, su poder es de orden indefinido, puede teletransportarse.

—¿Orden? —pregunto confundida en voz baja y Clarisa abre la boca sorprendida, para ser abrazada en los hombros por Abigail, la cual ríe de forma inocente mientras tiene los pies en punta.

—Recuerda que ella no sabe nada —le dice con voz cantarina y me ve sonriente—. Los metahumanos, o mutantes como nos llaman comúnmente, somos clasificados según la naturaleza de nuestros poderes. Por ejemplo, como el poder de Clary le permite invocar sogas, su poder es de orden de invocación. En total hay seis órdenes bajo las que se clasifican: invocación, mental, curación, elemental, bestial e indefinido. Los de invocación son el grupo más grande, dado a que la clasificación es bastante amplia,

Miro al grupo de chicas, tratando de procesar la información que me están dando, Bere arulla a su bebé mientras camina hacia nosotras y se sienta en el suelo de forma cómoda junto a mí, su bebé duerme tranquilamente, ignorando su exterior.

—Los de orden mental tienen todos los poderes relacionados a la mente, ellos son los más raros —me dice Abigail levantando un dedo—. Y los que están registrados tienen poderes muy específicos, por ejemplo, el mío solo puede poner a dormir a las personas. Hay una teoría que dice que todos somos parientes lejanos de un hombre que tenía un poder tan poderoso que podía controlar y destruir mentes a voluntad, se dice que ese hombre era un rey y que pasó su poder completo a su heredero y repartió una réplica similar a sus hermanos, es como un cuento de hadas.

FaraizeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora