#25: Los primos curiosos

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Miro mi atuendo, uso una blusa sin mangas que me cubre el cuello de color blanco y un pantalón negro, Vladimir me dio la opción de usar una chamarra que cubriera mis brazos al notar mi incomodidad, pero que el atuendo era obligatorio. Dijo que era algo como un traje ceremonial, una forma formal de recibir a los invitados en mi primer evento oficial como miembro de la familia Snow, más específicamente, su hija.

Durante las tres semanas que me he mantenido entrenando a cargo, he aprendido lo pesado que es llevar su apellido. Fernando llega todos los días por la tarde, cuando ha terminado mi entrenamiento a llenarme la cabeza con información sobre la historia familiar de los Snow, sus árboles genealógicos y las reglas que la familia tiene internamente. Nico llega a mi rescate al par de horas y me da clases de caligrafía y modales, esas son particularmente sencillas y mi instructor es bastante amable y paciente conmigo, a Rafael le parece irónico que el líder de la clase bestia sea quién me enseñe este tipo de cosas, por suerte, Nico también lo ha encontrado divertido. De vez en cuando llega Adelaida por las mañanas, a quejarse del poco tiempo que le dieron a los líderes para prepararme para recibir a los invitados y me cuenta historias divertidas sobre Natalia, ya que ella se dedicó a ser su niñera cuando Elena, la madre de ésta falleció.

Sobre Natalia, solo la he podido ver de lejos un par de veces en estas semanas, ni siquiera voltea a verme, parece más arrogante que de costumbre y camina con una confianza envidiable. Fernando me ha dicho que ella se dedica a entrenar y que la ha atrapado sonriendo un par de veces desde que el concejo Snow aprobó adelantar el torneo de sucesión, aunque esa decisión no le ha caído muy bien a casi todos los miembros de la organización, por lo que han ido a quejarse con sus líderes y les han dado aún más trabajo del que ya tienen. En lo personal, admiro la seguridad que Natalia tiene en sí misma, mientras más aprendo sobre los cuatro retadores que mandarán para ella, más miedo de hacer el ridículo siento.

El primer retador se trata de Iván Snow, una especie de tío segundo que ha vivido toda su vida en la organización y ha tratado de pedir el torneo de sucesión desde hace cinco años sin éxito, cuando Fernando me enseñó una foto sentí ganas de vomitar al reconocer que era el sujeto al que mi madre golpeó en mi primer día en la torre elemental. Lo único que pudo decir el confiable líder de la clase elemental cuando se dio cuenta de mi malestar fue "bueno, al menos su odio hacia ti no te tomará de sorpresa", a Rafael le divirtió mucha esa respuesta, me alegra que al menos él se pueda reír. El segundo retador se trata de Ursula, una prima despiadada y talentosa entrenada personalmente por Karlen Snow, el hermano rencoroso de mi abuelo, con el único propósito de reclamar lo que se les fue arrebatado hace dos generaciones. El tercer retador es Jean Snow, con reputación de frívolo y caprichoso, también de la rama familiar de Karlen y, por último, Petunia, la pequeña talentosa de quince años, también nieta de Karlen y entrenada por éste, con el único propósito de humillar y dejar en el olvido toda mi rama familiar.

Inhalo profundamente, tratando de guardar la calma, este torneo es solo una formalidad, solo me tengo que esforzar en no hacer el ridículo, no tengo que ganarlo. Ni siquiera me tengo que presionar tanto el día de hoy, solo llegaran los retadores que vienen del exterior y nos presentaremos frente a toda la organización, el torneo no comenzará hasta otras tres semanas, así que no hay presiones por el momento.

—Angie, deja de pensar tanto —se queja Rafael desde mi cama—. Me provocas nauseas. 

Miro a Rafael con pesadez, no ha querido despegarse de mí desde que llegamos a este lugar, siempre brindando apoyo moral y ayudándome con mis estudios, pese a que él tampoco es la persona más inteligente que conozco. Lo adoro con todo mi corazón y aprecio todo lo que hace por mí, pero parte de mí se sentiría más tranquila si tan solo tuviera alguna noticia de Gabriel, el cual acaba de hacerle prometer que estaría a mi lado cuando me apartaron de él... ¡de nuevo! Siento que, de estar aquí, habría encontrado la forma de hacer que no me obligaran a participar o habría intentado llevarme con él en vez de simplemente afiliarse. A estas alturas, me siento tan atrapada que si me ofrece su mano y me dice que me llevará lejos, yo la tomaría sin dudarlo un segundo. Ya ni siquiera pensaría tanto en mi madre o mi abuela, las cuales no han dejado de hacer cosas a mis espaldas, causándome todo tipo de problemas y malentendidos.

FaraizeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora