#10: El líder curioso

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—El entrenamiento en la sección elemental consiste mayormente en el entendimiento y conexión con tu elemento —me explica el líder Fernando, a una larga distancia de nosotros, se encuentra mamá, temblando de pie usando una gran chamarra—. En el caso de los Snow, ellos se encierran en recámaras especiales que llamábamos la habitación fría. Son cuartos pequeños, hechos de metal a muy bajas temperaturas a prueba de sonido y sin acceso a luz solar. El tiempo depende de cada uno, se cree que mientras más resistas dentro de una, más fuerte te vuelves.

—Eso suena improbable —susurro cruzada de brazos.

—Lo ideal sería encerrarte en una habitación fría y mantenerte vigilada, en un intento desesperado de ver qué tan peligrosa puedes llegar a ser —responde Fernando para mi horror, con una mano en su mentón—, pero, dado que la otra mitad de tu peculiaridad es fuego, temo hacerte daño con ello y que tu madre me convierta en una antorcha humana.

Volteo hacia mamá, la cual parece muy atenta a los movimientos de Fernando, vigilandolo desde la distancia, preparándose para atacar en caso de que me suceda algo. A juzgar por el tono del señor Fernando y la forma en la que muchas personas en la torre le miran, empiezo a deducir que mamá tiene graves antecedentes de violencia.

—Así que haremos esto —dice y da un aplauso antes de sacar un control de su bolsillo—. Considerando que esta habitación está a 15 grados centígrados y no pareces ni inmutarte, voy a asumir que tienes resistencia al frío, por lo tanto, bajaré la temperatura poco a poco y tú me avisarás cuando ya no puedas soportarlo.

—Oh, de acuerdo —susurro, bastante impresionada porque esto no era el trato que esperaba.

El líder Fernando parece entusiasmado con el experimento, jugando con los botones y advirtiéndole a mi mamá que la prueba está por comenzar. Miro a mi alrededor, me ha bajado hasta un sótano grande, donde en las orillas hay un montón de puertas metálicas y pesadas, en el techo hay pocas luces tenues y lo único que se escucha es la voz con eco de Fernando. Sospecho que las puertas son habitaciones frías, me pregunto si tendrán personas adentro.

—En cuanto sientas la más ligera molestia, avisa, no te reserves nada —dice mamá usando sus manos, cubiertas con guantes para darle aún más eco a su voz. Ella parece obsesionada con mi humor.

—Si te soy honesto, tu madre dice que tienes problemas de humor —me confiesa Fernando sonriendo de forma burlona—, asumí que era cierto porque tus padres son el Vampiro de nieve y la Bandida de fuego, pero pareces muy tranquila.

—Enojarme no sirve de nada, solo empeora las cosas —respondo apretando los labios, a mi alrededor, puedo ver que el aire se ha  vuelto más pesado, puedo ver corrientes blancas de hielo y mamá en el rincón se ha encogido más en sí misma, cubriéndose del frío—. Las maldiciones, gritos, golpes, amenazas son adicciones, para ambas partes, una vez que inicias a decirlas o recibirlas, simplemente no puedes parar y empeoran con el tiempo, hasta que la violencia te consume y acaba por completo contigo. Me niego a ser consumida.

—Terriblemente oscuro —responde el líder Fernando riendo nervioso—. Definitivamente lo pondré en el informe que le daré a tu papi.

—¿Cuál es su relación con mis padres? —pregunto, lo cual parece tomarlo de sorpresa ya que su toque de botones se detiene.

—Jefe y subordinado —responde de forma cortante, para mi sorpresa—. Tu padre es mi jefe y yo soy el jefe de tu madre.

Abro la boca, sin saber que preguntar ahora. Él se ve enigmático, parece ser cercano a mi padre y mi mamá por la forma en la que se refiere a ambos, pero ahora que he preguntado ha reaccionado de una forma extraña. Se ve de una edad similar a la de ellos y, si lo que me dijeron es cierto, lo más seguro es que mi padre y él se hayan conocido desde la infancia, dado que ambos son metahumanos de clase elemental. También debe conocer a mamá desde hace mucho.

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