#23: Un deseo encantador

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Angie.

De una forma sorpresiva, siento las miradas de todos viéndome, aterrados de lo que Vladimir acaba de decir. Jorge empieza a balbucear, pidiéndole al líder Snow que no diga tonterias, lo cual termina de hundirnos, veo a Rafael cubriendo su cara pidiendo que se calle, Gabriel solo acaricia sus sienes, pareciendo bastante estresado, mi abuela a mi lado, toma mi mano, pareciendo lista para echarse a correr llevandome con ella.

Entonces, para la sorpresa de todos, Rafael comienza a reírse. Una carcajada genuina, escandalosa y divertida sale de su boca, mientras que todos le miramos como si estuviese loco. En un instinto bobo, volteo a ver a Gabriel en busca de respuestas, el cual solo rueda los ojos viendo a su medio hermano y esboza una pequeña sonrisa divertida antes de ladear su cabeza a los lados, un gesto que me hace darme cuenta que es lo que sucede.

Vladimir y Adam son enemigos a muerte. Yo soy la hija de Vladimir. Adam no sabía eso. Se acaba de enterar. Estamos muertos.

—Oh cielos —respondo en voz baja.

—¡Angie! —exclama Rafael divertido, antes de volverse a romper en risas—. ¡¿Qué clase de respuesta es esa?!

—No vayas a ponerte a llorar —le advierte Gabriel ante el ataque de risa de su hermano, con una expresión de asco—. No hundan más su reputación.

—Líder Snow, espero que acepte la responsabilidad de hacerse cargo de nosotros ahora que nos ha jodido la vida aquí —dice Rafael temblando, poniendo su mano en el hombro de Vladimir, el cual le mira confundido—. ¡Ah! Que frustración, me gusta el festival de las flores.

—¿Por qué hablas como si tú fueras el más afectado por todo esto? —le pregunta Roberto irritado y se pone de pie para señalarme—. ¡Ella es la espía traidora de los Snow!

—¡No soy una espía! —me defiendo poniéndose de pie, bastante ofendida y me cruzo de brazos—. Soy muy boba para eso.

—Al menos lo reconoce —dice Fiona rodando los ojos.

—No malentiendan a mi pequeña hija —pide Vladimir volteando hacia los discípulos—. Solo está en una fase rebelde y huyó de casa sin dejar rastro. Admito que estoy emocionado de finalmente saber de su paradero.

—Señor Tito, por favor no diga lo que está pensando —le pide Gabriel hacia mi abuela, apretando los labios, mientras Rafael y Fiona parecen horrorizados viéndole.

—Maldito imbécil irresponsable —se queja mi abuela en español, con voz clara para que todos le entiendan—. ¡No te hiciste cargo de ella por dieciocho años y ahora lo único que haces es arruinarle la vida!

—Es por su bien —responde Vladimir con voz severa—. Una Snow no puede permitirse cierta cantidad de cosas.

—¡Ella no es una Snow! —grita mi abuela furiosa—. ¡Lo único que tiene de ti es ese estúpido poder molesto que a ni a ella le gusta! ¡Pero jamás será como tú ni como a esa bestia que llamas hija!

—Candelaria, admiro la pasión con la que proteges a tu nieta —le responde Vladimir caminando hacia ella—. Es por eso que me he permitido ser tolerante hasta el momento, pero si tienes planeado hacerla huir de su propósito, te equivocas con creces. El lugar al que Faraize pertenece es la ORPHD y ninguna aldea rústica que se le atraviese puede cambiar eso.

—No te dejaré que la lleves de vuelta —le dice bastante furiosa, con sus brazos envueltos en llamas—. Aún si tengo que colaborar con ese estúpido pandillero.

—No se contenga, señora Tito —le dice Vladimir sonriendo burlón hacia ella y poniéndose en posición de pelea—. Le prometo hacer que Angie nunca existió si usted logra vencerme.

FaraizeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora