Krypton (supercorp)

9

—Será mejor que te dejemos descansar. Nosotras tenemos que ir a por la comida antes de que cierren las tiendas.—dijo Sam mientras se levantaba.

Alex sacó unas monedas, pero cuando iba a dejarlas en la mesa, Lena se lo impidió.

—Invito yo.—dijo.
—Gracias.—dijo Alex guardándose el dinero de nuevo.

Nos despedimos de ella y nos fuimos hacer la compra.

—¿Porque crees que todo lo que crea es tan efectivo?—preguntó Sam.
—No lo sé, puede que sea por las bendiciones que recibió o...
—¿O?—preguntó Alex.
—Puede que ese poder oculto que tiene, que no se puede valorar, sea el poder sagrado, ya sabéis.
—¿Qué?—preguntaron las dos a la vez.
—Dejémoslo, lo hablaremos en casa.

No rechistaron y fuimos a comprar.

Compramos, de todo, carne, verduras, frutas y bastantes cantidades, porque comemos mucho las tres. Después fuimos a casa y guardamos las cosas.

Tenemos una herramienta que nadie más tiene, cortesía de mi hermana Alex que se le da muy bien la alquimia entre otras cosas y creó un armario donde hay frío en el interior, gracias a una piedra magica de hielo. Se podía guardar la comida en el interior y duraba varios días.

—A ver hermana, ¿que querías decir con que su poder oculto sería el poder sagrado?
—No me hagas mucho caso, no lo sé. Yo no tengo la habilidad de evaluar a las personas. Solo es una teoría por lo eficientes que son las cosas que hace, el jabón, las pociones. Si fuera una alquimista normal no tendrían esos efectos, sería pociones normales y lo del jabón, pasaría lo mismo que a los Elfos. Por eso digo que si no es por las bendiciones recibidas, será que es una Santa.
—O sea, que no estás segura.
—Para nada.
—De acuerdo.
—Será mejor no hablar de esto y menos delante de gente, porque si resulta que la teoría, por muy descabellada que parezca, resulta que es cierta... Lena no será libre jamás.—dijo Sam.
—Tienes razón.—dijimos Alex y yo.
—No sacaremos más el tema.—dije.
—De acuerdo.— dijo Alex.

Después ayudamos a mi prima con la cena.

Lena PV

Cené un poco y después me fui a mi habitación, estaba realmente cansada.
Me puse el pijama y me acosté.

—Espero que mañana sea un día mejor. Tengo que intentar no llamar la atención, no hacerme notar. Espero que mañana podamos ir a las minas y recoger minerales suficientes para practicar herrería. Desde que contraté el taller por un año, aún no había ni entrado.

A la mañana siguiente me desperté más descansada y animada, supongo que es porque ya no estoy sola en este mundo.

Me vestí, me puse el nuevo traje y después el bolso.

—Ya lavaré la otra prenda.

Bajé para desayunar, necesitaba comer bien si quería tener fuerzas para la misión. Además tenía hambre porque había cenado muy poco la noche anterior.
Cuando iba a irme, la dueña me interceptó.

—Lena, ¿vas a quedarte más tiempo? Si es así necesito otro pago.
—Pues...—la verdad es que no lo sabía.

En ese momento la puerta principal se abrió y aparecieron las chicas.

—Buenos días.—dijeron.
—Buenos días.—dijimos la dueña y yo.
—¿Sucede algo?—preguntó Kara.
—Quiere saber si voy a quedarme más tiempo en la posada, es día de pago.—le dije.
—No lo necesitas más, te vendrás a vivir a nuestra casa.—eso me impresionó. Miré a la dueña que asintió.
—Cuídate Lena.—me abrazó, no me lo esperaba.

La verdad es que la mujer había sido muy buena conmigo. Correspondí el abrazo y después nos fuimos.

—¿Te ha sorprendido?—preguntó Kara.
—Sí.
—Aquí hay buena gente, Lena. Ya lo irás descubriendo.