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Después de un mes navegando, nos desviamos un poco de nuestro destino, fuimos a la ciudad costera del continente humano para atracar y comprar suministros. Además nos serviría para estirar las piernas, caminar un poco. Ademas tenía que vender algo para mantener mi rango en el gremio mercader.

Llegamos a puerto, lanzamos los cabos y los de tierra los ataron, Alex abrió la puerta y Sam y Kara bajaron la rampa.

Kara fue la primera en bajar, seguida de Alex y Sam.

La ultima en bajar fui yo, con Barry en mis brazos. Winn se escondió en mi bolsa, como siempre que íbamos a una ciudad humana.

Me reuní con las chicas que me estaban esperando pero antes cerré la puerta.

—¿Que hacemos primero?—preguntó Alex.
—Ir al mercado y ver que es lo que tienen, de ahí decidiremos que compramos.—le dije.
—Suena bien, así podemos movernos.—dijo Alex.
—Pues vamos.

Salimos del puerto y nos adentramos a la ciudad, paseamos por el centro, comimos en una cafetería, luego gracias a las indicaciones conseguimos encontrar el mercado.

Habían paradas por los dos lados de la calle, mercancía de todo tipo, cada parada estaba cubierta por un toldo como techo y no era para menos, el sol daba fuerte y hacía bastante calor, se notaba que estábamos en el sur y en la costa.

Muchas paradas tenían pescado, tenían muy buena pinta y sin duda los conocía, así que compré bastante de todo tipo y me los guardé. Después fuimos a por las verduras y otras hortalizas.

También compramos bebida, carne y fruta. Cuando terminamos con las compras, fuimos a una posada, nos quedaríamos un par de días.
Estando en la habitación que compartiríamos Kara y yo, estábamos todas en una reunión.

—Lo que necesitábamos ya lo hemos comprado. ¿Que querréis hacer mañana?—preguntó Kara.
—No lo sé, puede que Sam y yo salgamos por ahí a solas. Hace mucho que no tenemos tiempo para nosotras.—dijo Alex.
—De acuerdo. ¿Lena?
—Quiero informarme de que se vende en esta ciudad, para saber si puedo vender algo. Tengo dinero, pero empieza a escasear.
—¿Cuanto dinero te queda?—preguntó Alex.
—¡Alex! Eso no se pregunta, es de mala educación.—dijo Sam.
—Lo sé, pero ella no solo guarda los suministros, también los paga. No es lo mismo que comprar para uno que comprar para cuatro y mucha más cantidad de lo normal por nuestro viaje y no nos olvidemos que también hace compras de su mundo para alimentar a los caballos, a Winn y a Barry.
—Tiene razón.—dijo Kara.
—Pues.—miré el inventario.—aquí dice que me quedan 20.000.000.

Las tres se me quedaron mirando con la boca abierta.

—¿Se puede saber que has vendido para tener tanto?—preguntó Kara.
—Veamos, las pociones en la capital, el jabón, las herramientas agrícolas...
—Vale, ya nos hacemos una idea.—dijo Sam.
—¿Y quieres más dinero? Eres la más rica de las cuatro.—dijo Alex.
—No es por el dinero, que es cierto que nunca es suficiente, es para mantener mi rango de mercader.
—Ah, entiendo.
—¿Que harás tu, Kara?—preguntó Sam cambiando de tema.
—Creo que acompañaré a Lena, si a ella no le importa.—me miró.
—No, no me importa.
—Bien, ya tenemos el día de mañana solucionado. Cenemos y acostémonos.—dijo Alex.
—Buena idea.

A la mañana siguiente, las dos desayunamos sin la compañía de la pareja, después nos fuimos al gremio de comercio.

Miré lo que vendían, no era nada fuera de lo normal, lo básico. Vi un estante vacío donde ponía especias. Me acerqué al joven recepcionista para preguntar sobre ello.

—Oh lo siento mucho, ya no nos quedan existencias y no podemos ir a por más porque es en el territorio demoniaco y estamos en guerra con ellos por culpa del Rey demonio.—explicó.
—¿Que es lo que vendíais?
—Sal, pimienta, y plantas medicinales como especias aromáticas.
—Entiendo, ¿si dijera como conseguir la sal? ¿Cuanto me pagarían?—la información también es un bien que se puede vender.
—¿Es una broma?
—Yo nunca bromeo, sé como conseguir la sal sin ir al territorio demoniaco.
—Espere.— se machó.
—¿De verdad lo sabes?—preguntó Kara.
—Sí.
—No se vale usar la tienda de tu mundo, no les serviría de nada cuando se les acabe y tu ya no estés aquí.
—Lo sé, por eso voy a vender la información, es algo muy sencillo. Yo lo conozco porque estudié ciencias y me lo enseñaron en la universidad.
Solo tengo que escribirlo de un modo que ellos puedan entenderlo.
—Ah.

Saqué mi cuaderno y la pluma y empecé a escribir y hacer dibujos del procedimiento.

—Espero que aquí haya alguien que sepa leer.—dije.
—Bueno, todos los mercaderes tienen que saber leer y escribir, es una norma.—explicó Kara.
—De acuerdo, entonces entenderán esto.—le enseñé las instrucciones.
—¿Del agua del mar?—preguntó.
—Sí, es agua salada y con este proceso se puede sacar la sal del agua. Aunque también se puede cocinar con el agua salada tal cual, pero dejaré que lo descubran ellos mismos.—le dije sonriendo al final.

Alex Pv

Sam y yo nos encontrábamos paseando por la ciudad, mirando escaparates, pasando el tiempo en un restaurante... no importaba lo que hiciéramos siempre que lo hiciéramos juntas.

—Sam, ¿cuando crees que podremos casarnos? Llevamos muchos años juntas y quiero dar el siguiente paso.
—Cuando quieras. Aún estamos en el continente humano, podemos ir la iglesia y casarnos ante nuestros padres, con Kara y Lena como testigos.
—Pero partimos mañana.—me quejé.
—Pues hagámoslo hoy, vamos a por ellas y entramos en la iglesia.
—¿No quieres ir con un hermoso vestido?
—Alex mi amor, eso no lo necesito, solo necesito un anillo y listo. Para mi ya es bastante romántico hacerlo así de espontáneo y ante nuestra familia. Además nuestro amor es para siempre.
—Es cierto.— me acerqué a ella y la besé.—vamos a por los anillos.—le dije.

Pagamos y salimos del lugar, buscamos una joyería y cuando la encontramos entramos, compramos los anillos de boda, era algo sencillo, un aro de plata.
Fuimos al gremio de comercio, pero no encontramos a Kara ni a Lena.
Esperamos un rato y poco después aparecieron las dos despidiéndose del maestro del gremio, se notaba por la ropa cara.
Nos acercamos a ellas, para saber que es lo que había vendido Lena esta vez.

—Nada del otro mundo, solo información de como conseguir sal del mar.
—¿Cómo?—preguntamos.
—Dejadlo, es algo impactante y más aún por lo que han pagado por esa información.—dijo Kara, miró a Lena.—estoy cada vez más alucinada contigo.
—Se me da bien las ventas, ya me dedicaba a eso en la empresa de mi padre.
—Ah.
—Tienes un don increíble, no me extrañaría que en poco tiempo llegaras al rango S y seas la dueña de un imperio mercantil.—dijo Sam.
—Gracias, pero eso significaría destacar y ya sabéis que opino de eso.
—Sí.
—¿Que os trae por aquí?—preguntó mi hermanita cambiando de tema.
—Pues Alex me ha pedido que nos casemos, hemos pensado hacerlo hoy. Ya tenemos los anillos y queremos ir a la iglesia para que nuestra familia esté presente.—dijo Sam.
—Ooooh, que romántico.—dijo Lena.
—Y muy espontáneo.— dijo Kara.
—Llevamos un par de siglos siendo novias, pienso que es el momento de dar el paso.—dije.
—Tienes razón. Vamos.—dijo Kara.

Salimos del gremio fuimos directos a la iglesia.

—¿En que puedo ayudarlas señoritas?
—Sacerdote, queremos que nos case ahora mismo.—dije.
—Vaya, eso es rápido, ¿saben que el matrimonio es sagrado? No puede ser tomado a la ligera.
—Lo sabemos, llevamos muchos años como novias, hemos pasado por muchas cosas siendo aventureras, ahora queremos dar el siguiente paso.—dijo mi amada.
—En ese caso, al ver que lo tienen decidido, podemos empezar.
—Gracias.—dijimos a la vez.
—Bien, ¿nombres?
—Alex y Samantha.—dije.
—Muy bien. Estamos aquí reunidos ante nuestros dioses, para unir en sagrado matrimonio a esta pareja que se nota que se aman.

Narrador Pv

—Tengo que ir a por lo demás, no pueden perderse esto.—dijo Zor-El.

Salió corriendo buscando al resto de la familia, estaban desperdigados por todo el castillo, cuando los fue encontrando los envió rápidamente a la gran sala.
Una vez que estaban los cuatro, no entendían que estaba pasando.

—Shshsh, nuestras hijas se están casando.—dijo Zor-El.

Miraron los cuatro la esfera en silencio.

—Los anillos.—dijo el sacerdote.

Las dos se los pusieron.

—Por el poder que me confiere nuestra religión, os declaro casadas. Podéis besaros.

Así lo hicieron y los dioses estaban felices, las dos hermanas lloraban.

—¡Por fin! Hay que celebrarlo.—dijo Zor-El.
—Sí, por nuestras hijas.—dijo Jor-El.

En la iglesia, Kara y Lena las felicitaron, le pagaron al hombre y se fueron a celebrarlo.

Krypton (supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora