XXXII

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¿Cuánto tiempo he estado aquí?...

Sus manos se movían en la oscuridad y no podía tocar nada más que la misma nada de siempre seguía en la misma posición.

En ese lugar no tenía hambre o sed.

Solamente era un vacío bañado de un silencio sepulcral que a cualquier otra persona le hubiese causado paz.

Pero no para Satoru Gojo.

Todo ese silencio le causaba repulsión,había agotado todas las posibilidades de salir desde adentro de aquella prisión que le impedía volver a ver a toda su familia.

La incertidumbre de lo que estaba pasando afuera lo estaba desesperando lentamente y si pasaba mucho más tiempo probablemente la insensatez lo cubriría completamente.

Nisiquiera sabía si el tiempo pasaba igual que en el mundo real y aún así se sentía como una eternidad.

En su mente solo estaba el rostro de Suguru sonriendo y eso le daba fuerza para seguir intentando buscar una forma de escapar. Solo ese anhelo lo mantenía cuerdo.

Hubo ocasiones en el que solamente la voz de Suguru se reproducía una y otra vez por su cabeza. Los recuerdos del roce de sus manos y la calidez de su cuerpo le daban el impulso para no rendirse.

- Suguru...- Musitó para si mismo mientras abrazaba sus piernas antes de volver a dormirse para matar el tiempo.

Una solitaria lágrima salió de sus zafiros mientras imaginaba que al entrar al reino de los sueños lograba abrazar al azabache que tenía una sonrisa en su rostro mientras que en sus brazos reposaba un lindo bebé.

- Shou...- Sus labios que antes tenían un brillo nato se encontraban partidos después de no haber tenido una gota de agua en su sistema.

En el sueño todo pasaba con normalidad,una vida ordinaria,la vida que siempre había anhelado vivir.

Tranquilamente teniendo algo completamente rutinario y normal sin tener que cargar con el peso de ser "El más fuerte" en sus espaldas.

Solo ser un hombre normal con una hermosa familia compartiendo momentos comunes y corrientes como lo vivía la gente que veía en las calles.

Pero eso era una vida que solamente podía imaginar.

Desde recién nacido fue apartado de una infancia y no había conocido la calidez hasta que Suguru llegó a su vida.

Y cuando él se fue se sintió perdido,abandonado, atormentando por ser el más fuerte y no Satoru Gojo.

Lo que impidió que tomara otro camino fueron las pequeñas manos que sostuvieron su regazo anhelando otra oportunidad de vivir.

Tsumiki y Megumi los dos niños que lo veían como su figura paterna. Con los ojos más inocentes del mundo le entregaron su confianza,amor y cariño cuando el había dejado de admirar aquellas orbes castañas que lentamente se alejaban de su memoria.

Sus queridos alumnos estarían perdidos sin él.

Una lágrima se convirtió en un río cuando buscando en sus memorias solo encontraba las sonrisas de todas aquellas personas que más amaba.

Cuando de pronto una luz se asomó dentro de la profunda oscuridad,su cara se levantó para observarla escuchando voces lejanas.

En ningún momento lo dudo,era una oportunidad única y apoyándose en los esquelos de aquellas personas que perdieron la esperanza por vivir,se impulso para que sus dedos rozaran aquel fulgor que sería su camino a la libertad.

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-¡Profesor Gojo! ¡Profesor Gojo!- Clamaba la voz que se escuchaba cerca suyo.

Las largas pestañas albinas se movían lentamente al tratar de asimilar la luz del mundo que le fue negado durante un tiempo.

Pecado [SatoSugu] MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora