XLIV

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Los ojos de Suguru observaban como de un momento a otro las manos de Satoru tomaban su muñeca rápidamente.

- Lamento haberte colocado está estúpida cosa- Sus dedos se colocaron entre el pequeño artilugio que impedía que el gran poder que albergaba Suguru se dispersará.

- Es momento que tomemos nuestra venganza,Suguru-

Tajantemente y demostrando los sentimientos que lo recorrían ; su gran amor conjunto el poder que se irrigaba en su cuerpo hizo que aquel amuleto fuera retirado rápidamente te de la muñeca del azabache que después de meses,volvía a ser libre.

A Satoru no le importaron las consecuencias que tendrá después de esto. Solo quería tener a su familia de regreso y hacer que ese maldito pagará cada una de las lágrimas que había derramado.

Inmediatamente después de que fuera liberado, Suguru sintió como una parte de él volvió a encenderse en su interior. Cómo si Satoru fuera esa chispa que provocaba un incendio en su interior.

Era como volver a sentirse él mismo.

Nuevamente sus manos conjuraron a sus maldiciones; aquellas a las que por tantos años había repudiado una y otra vez por la condena que era capturalas y absorberlas. Pero ahora era diferente; si bien el pasado no podía cambiarse,serían la herramienta para poder alterar su propio destino.

Los dos jóvenes que estaban detrás de ambos adultos no pudieron evitar asombrarse al ver el inconmensurable poder que salía finalmente del cuerpo del azabache. Era igual al del profesor Gojo.

Entonces era cierto.

Ambos eran... Los más fuertes.

-¿Crees poder invocar a tus pequeños amigos mientras sabes que en cualquier momento puedo solo acabar con esto?- Su mano se colocó amenazantemente sobre el cuello del niño.

-¡Deja tus excusas baratas! ¡Te mataré antes de que puedas ponerle un dedo encima!- Suguru sentía la rabia recorrer por todo su cuerpo.

Todo había sido provocando por ese infeliz que aún en aprietos seguía teniendo una sonrisa burlona en el rostro de la que alguna vez fue una dulce señorita amable y risueña.

Solo estaba manchando su memoria de esa manera tan aberrante.

- ¿ Crees que soy un idiota? Sabía perfectamente que esto sucedería. Así que si alguno de ustedes quiere asesinar a este niño, adelante, la vía está abierta para su consideración -

Su cuerpo se pegó más al bebé durmiente con un sentido de estar disfrutando los rostros de angustia de todos.

Tenían que pensar en una estrategia; ese bastardo lo tenía todo calculado.

Satoru no puede ocupar sus técnicas en un espacio tan reducido. Azul atraería todo hacia él y Rojo definitivamente sería sentenciarlos a muerte.

Suguru tenía a sus maldiciones y en caso que las volviera a obtener tendría que cuidar las espaldas de todos utilizando a las más inofensivas para no dañar al infante.

Pero cuando los adultos no sabían que hacer fue entonces cuando sintieron una ráfaga de viento atrás de donde se suponía estaban Yuuji y Megumi.

Ambos solo necesitaron mirarse un momento para saber que estaban de acuerdo con lo que harían.

Los Shikigami de Megumi salieron toda prisa hacia donde Kenjaku posaba mirándolos orgullosos.

Y Yuuji con toda su fuerza bruta y poder de voluntad corrió a la par de su compañero.

-¡Yuuji! ¡Megumi!- Solo atinó a gritar Suguru al verlos sucumbir ante las provocaciones de Kenjaku.

Ambos jóvenes se miraron corriendo lado a lado mientras iban a atacar al villano que solo reía burlándose de la impulsividad de los muchachos de corazón ardiente.

Pecado [SatoSugu] MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora