𝐏𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨

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El destino del mundo estuvo marcado hacía siglos, la incertidumbre y la angustia drenaba la energía vital de las calles y aquella prisión, Alca, era su nicho de vida y de muerte. Aquellos que un día gobernaron el mundo, cansaron a los Dioses y fueron condenados por su propio egoísmo, envidia, maldad y orgullo, los pecados convergían de manera distinta en los cuerpos de cada criatura, pero en especial, la especie humana.

La última guerra condenó a la humanidad, una crisis sin precedentes inició en el mismo momento en que el botón rojo del gobierno activó las bomba más mortíferas jamás creadas, cuyo impacto fulminó al 40% de la población en el mismo impacto, y el otro 58% de la población falleció por las consecuencias posteriores. La humanidad quedó reducida a cenizas y entre aquellos que aún quedaban con vida, su esperanza de vida se vio reducida a una miseria por culpa de los efectos de la radiación en suspensión en el aire, la peor tortura no era seguir con vida, la peor tortura era la falta de piel, el frío contacto ardiente de una brisa fresca que hacía arder el cuerpo, la comida estaba podrida o en mal estado, toda el agua estaba contaminada, y la última esperanza que les quedaba era la muerte.

Hasta que las reglas del juego cambiaron, y entre los cimientos del mundo desesperado por un cambio, y por una regeneración, surgió una figura desde las profundidades de la tierra. Sobre los lomos de corceles eternos celestiales surgieron los últimos que debieron haber surgido, aquellos que iniciaron y terminarían todo... Sus figuras majestuosas no se comparaban con la intimidación y el horror que estos emitían: Hunter, Sica, Ware y Dealine... La primera en llegar al mundo fue Ware... Aquella que surgió con el inicio y el final de la guerra biológico-nuclear más fuerte y desarrollada del mundo, a su lado llegaron Hunter y Sica, ambos se aseguraron de que la desesperanza se sembrara por todo el planeta y que la desesperación drenara sus almas y se reunieran a todo lo largo y ancho de aquel pobre planeta maltratado...

Y finalmente... Dealine, todos temblaban ante su paso, su presencia y sus ojos sin vida intimidaban al más valiente, su piel blanca como la de un muerto, su rostro cubierto por una fúnebre tela semitransparente negra, su vestido negro que rozaba los bordes del suelo, el polvo, el barro, la sangre y los cadáveres que tras sus pasos caían uno tras otro.

Se impuso ante los últimos supervivientes y les denegó la muerte. Los condenó a una vida eterna llena de miseria, desesperación, hambre, enfermedades y peleas constantes entre ellos. Encerrados en la infame prisión de Alca. Una prisión sin entradas ni salidas, creada por la espontaneidad de la aleatoriedad y los milagros olvidados y en aquella cuyos valientes se atrevieran a salir de sus celdas serían cruel y sanguinariamente devorados por aquel que resguardaba aquel silo de desesperación, hambriento y deseoso de sangre.

Traz, el guardián de la prisión Alca. Una monstruosa y descomunal criatura hambrienta que vivía por y para sus amos, una especie creada por la desesperación del apocalipsis y los cuerpos muertos, moribundos y en descomposición que poco a poco se derretían y el hedor de su cuerpo se expandió por toda la prisión, haciendo que todo aquel que hiciera el atrevimiento de salir, se viera golpeado por aquella desagradable pestilencia, y custodiadora de aquellos presos de la tristeza y la desilusión del mundo que jamás sería reconstruido. Al menos no por la especie humana.

Al instante en que Hunter, Sica, Ware y Dealine abandonaron el mundo después de causar estragos y condenar a toda la eternidad a la humanidad por sus pecados, por su egoísmo, por su codicia, por su ambición y por la muerte de todo aquello que había sido víctima indirecta o directa de los experimentos o las guerras humanas... Surgió el equilibrio... La paz eterna, la entrega equitativa del bien y el mal... La balanza del mundo... Libra.

Gracias a Libra, la vida volvió, gracias a Libra, la vida resurgió, gracias a Libra, otras millones de especies salieron de las sombras más oscuras a las que los seres humanos fueron condenados... Con el alzamiento de Libra y su gobierno de estabilidad eterna del mundo, la magia regresó... Y junto a la magia, también regresaron de su exilio y escondite eterno otras tantas especies. Libra entregó reinos, dones, tierras, alimento, espacios y todas estas nuevas especies que dominaban el mundo se fundieron con la naturaleza renovada y adaptada a la nueva realidad sin sol... La condena de Dealine sobre el mundo y sobre las almas de los pobres humanos los vetó el acceso al cielo o al infierno, y sus almas en pena merodeaban por el espacio que Libra les cedió, pues ella era compasiva con todas las almas, caritativa con todas las presencias vidas, aunque estuvieran muertas, y era amable con todas las especies de aquel nuevo mundo...

67.- Protección, ingenuidad y confianza (Medieval - Fantasy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora