𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒𝟐

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El bosque de Amaz estaba exageradamente tranquilo a pesar de estar adentrándose de forma hostil en el territorio. En circunstancias normales, ya habría sido atacado por cientos de flechas llameantes que tentarían con perforar sus escamas; incluso los colmillos de los cheetaur ya se habrían lanzado contra sus alas o extremidades para inmovilizarlo. No había nadie. Ni cheetaurs, ni centauros, ni duendes, ni gnomos, ni ogros, ni ents. No había nadie... Frunció el ceño con absoluta desconfianza y rechinó sus dientes afilados por la rabia de poder merodear el bosque de Amaz sin que nadie le impidiera hacer absolutamente nada. ¿Acaso Arcrow siquiera le importaba que fuese a atentar contra su vida?

Llegó hasta el claro en el que Arcrow solía reposar, había un majestuoso y puro lago cuyas aguas apenas alcanzaban sus tobillos, el centauro se encontraba en el centro, su cuerpo se reposaba gentilmente y las aguas se movían sinuosas a su alrededor, el árbol que decoraba el centro del lugar y cuyas raíces masivas en tamaño se enterraban en el agua y creaban una insólita cueva que mantenía el lugar fresco e iluminado, sano y apacible.

No había nadie, y aquello solo hacía crecer sus sospechas. Se acercó sin ningún tipo de precaución hacia el centauro de piel azulada y cabellos largos azulados, bajo sus ojos pudo ver marcas de lamento, evidencias de que había estado llorando y aquello no hizo otra cosa que hacerlo sonreír socarrón, satisfecho y confiado.

- Oh... Así que los protectores se volvieron a reunir...- soltó una carcajada cínica y temeraria, y sus ojos se lanzaron en diferentes direcciones, ojeando a su alrededor y siendo consciente de que las criaturas del bosque estaban rodeando el claro...- Parece que alguien no era capaz de controlar su dolor...

A juzgar por las flechas clavadas en las gruesas raíces, en las rocas, en los troncos y las gotas de sangre desteñidas que caían como un chapoteo goteante desde su barbilla, solo pudo haber acontecido la furia más absoluta que hizo sucumbir al pacífico Arcrow en un intento desvivido de intentar salir del bosque e ir a por el causante de ese dolor. El mismo que tenía en aquellos momentos delante y que podía asegurarse cualquier cosa a que, de no estar en el plano celestial, posiblemente estarían peleando hasta la muerte en aquellos momentos.

- Nadie se atreve a dar un paso...- una carcajada limpia se escapó y con un eco pérfido rodeó el cuerpo del centauro, tomándose su tiempo para admirar las rasgadas, sus manos, sobre todo sus nudillos, con un tono azulado más oscuro, evidentes marcas de que no solo había usado su arco, sino también los puños para salir de Amaz.- Pobre y patético centauro... No pudiste hacer nada por ella... No vas a poder hacer nada por ninguno de ellos... Ni siquiera por ti...- sus manos moradas se movieron con elegancia y las constelaciones de su cuerpo brillaron.- Me pregunto quién os habrá reunido a todos esta vez...- sonrió con malicia y palpó la espalda del centauro.

Pudo deleitarse del alarido casi como si fuera música celestial y cuando abrió los ojos, tarareando cual maníaco un ritmo inventado movió sus ojos en busca de una figura intrusiva en aquel espacio, en aquel celestial mundo a los pies de la inmensidad espiritual...

- Un gusto volver a vernos, Scarfire...- habló con una elegancia retorcida.

Había accedido al mundo celestial, al trance en el cual Scarfire se adentró con un profundo dolor y dificultades... Y él no había necesitado nada más que simplemente un par de movimientos místicos de sus manos, Scarfire podría considerarse humillado con eso. Había necesitado el soporte de todos sus dracomantes y la curación del menor de los Medi y el mediano de los Mowet para estar allí... En medio de ellos, Uro sujetaba el cuerpo de Arcrow, su alarido resonó con tanto dolor y parecía ridículo, pero sus patas cedieron como si fuese a caer desmayado. Uro había soltado su hacha, inédito en él, todo para mantener a Arcrow en pie, y ambos observaban con horror la presencia intrusiva en aquella conversación.

Lion, la criatura infernal, el esqueleto calcinado y envuelto en las llamas del infierno, estaba de pie, frente a ellos, siendo el escudo que protegería sus almas aunque le costase su propia vida. Sus ojos rojos amenazadores no fueron suficientes para intimidar a Sharxor como sí lo fueron para Clayton.

- ¿Cómo osas adentrarte en esta conversación ajena?

Dralilac no pareció querer tomarse en serio aquella pregunta, su mirada inquisitorial e intimidante no varió en ningún momento y alzó ligeramente el mentón, dando a entender claramente que no se sentía intimidado por su presencia.

- Si sabes lo que te conviene, no me atrevería a perturbar mi paciencia... Tengo la vida de tu amado Arcrow en mis manos en este momento... Literalmente...- sonrió seductor y malicioso, se acercó con las manos a la espalda, siendo un movimiento sinuoso, pérfido, relajado, calculador, y se atrevió a rodear a Lion.- Estás muerto, cervatillo...- se burló.- Agradece que al menos te voy a permitir unos pequeños minutos para despedirte.- Arcrow jadeó.- Y en cuanto a ti...- se giró hacia Scarfire.

Uro sacudió su brazo, dejando de apoyar su mano en el cuerpo de Arcrow, golpeó el cuerpo de Sharxor, pero lejos de ser un puñetazo o una bofetada, su cuerpo se desintegró como el polvo. No lo habían expulsado de aquel trance, pues su presencia seguía presente, y su figura se materializó imponente tras Scarfire, apoyando sus manos en sus hombros. Scarfire tembló de pies a cabeza.

- ¿No sientes envidia de que Hearst sea lo que tú solo anhelaste ser...?- se rio con maldad.- Una mujer preciosa, alentadora, ingenua, pero poderosa... Todo lo que siempre pude desear... Tú solo eras ingenuo, tu belleza deplorable y tu poder... Cuestionable...- soltó una carcajada limpia que resonó con un eco perturbador.- Jamás podrías imaginar cuán importante y esperado fue este momento para mí...- le resultaba tan excitante ver aquella cara de dolor tatuada en Scarfire.

- ¡Tuskdeus! ¡No lo escuches!- exclamó Arcrow.

Dralilac Sharxor borró su sonrisa y se inclinó, al menos su cabeza, para mirar a Arcrow con un aura intimidante in crescendo que provocó que el propio Scarfire temiera por su propia alma en aquellos momentos.

- No olvides que con solo un chasquido de dedos podrías desvanecerte en frente de tus amados... ¿No querrás eso, verdad?- tentó sonriendo con malicia mientras su mano izquierda se preparaba para ser chasqueada.

- ¡Dralilac! ¡Basta!- exigió Scarfire tendiendo una mano, sus ojos llorosos parecían ir a destilar vivas lágrimas de impotencia al no poder hacer nada más que ser humillado, pues era consciente de que su poder era ridículo al lado de Sharxor, y sabía que no podía convencerlo de lo contrario, pero tenía esperanzas puestas en una confianza nula. Anhelaba apelar al factor piedad...- No te atrevas a ponerle una mano encima a los protectores...

- Tarde... Como siempre...- chasqueó los dedos.

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Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

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67.- Protección, ingenuidad y confianza (Medieval - Fantasy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora