𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒𝟕

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El laberinto de la Cripta era imponente, pero desde lo más alto apenas daba miedo, era pequeño, minúsculo, ridículo, y todas las criaturas equinas, serpentinas o caninas; e incluso minoritarios de menor tamaño y presencia que estaban merodeando por el lugar se fundían y desintegraban ante el intento de acercarse a él, tenía un aura tan destructiva que apenas podían llegar a medio metro de distancia que acababan pereciendo patéticamente. Pobres idiotas, nacidos únicamente por los instintos de defender algo indefendible... Avanzó hasta la plaza central del Laberinto de la Cripta sin ningún tipo de dificultad o entretenimiento.

El trono de piedra y la escultura inmovil del minotauro con la mano en el mango del hacha, su mirada sin vida... Había que admitir algo... La quietud y la belleza de aquella estructura musgosa, tantos siglos llevaba ahí en un eterno sueño... Una traviesa enredadera había florecido sobre su cabeza, en uno de sus cuernos, y conocía aquel rosado limonada: el vestido de Libra.

Sharxor era consciente de que en el momento en que pusiera un pie en la plaza, la escultura se fundiría y reviviría para darle la pelea que seguramente sería más entretenida que no desafiante. Teniendo en cuenta que las dos peleas anteriores apenas habían sido poderosas o entretenidas, tal vez aquel toro estúpido le podría entregar algo de diversión, después de todo, para algo era uno de los últimos sellos que debía recoger, y si él no era entretenido... Tal vez Lion le daría lo que buscaba. Obviamente no era tan estúpido de dar un paso que aquella hacha mágica pudiera molestarlo demasiado... Movió su mano, siendo un chasquido relajado, como una onda de choque, el brazo izquierdo del minotauro se rompió en mil pedazos, soltando el hacha, la cual se quedó clavada en la piedra y vaciló con caerse sin realmente hacerlo. Sonrió con sorna, una maldad pérfida y temeraria, y sus constelaciones tatuadas en su cuerpo brillaron con malicia, impactado por la luz a su espalda del atardecer, casi anochecer, una luz roja estremecedora que hizo que sus ojos brillasen enormemente en el momento en que dio un paso adelante y se adentró en la plaza central de la Cripta.

Se escuchó un chiflido, algo así como aire a presión siendo liberado, un silbido sorprendentemente inquietante. La roca y la escultura estalló, se agrietó y los pedazos de piedra empezaron a caer conforme el minotauro se alzó a su enorme estatura de casi dos metros y medio, tal vez más de dos metros y medio... Era intimidante, y aunque Sharxor, irónicamente, se veía pequeño frente a él, tenía la dominancia del espacio y de la situación.

- ¡DESGRACIADO!- fueron sus primeras palabras.

Sharxor lo sintió como un halago. Se ensañó y mofó de la pérdida de su brazo, el mismo con el que usaba su hacha con tanta eficacia, esto no impidió que agarrase el hacha con la mano derecha y lo aplacase con tanta fuerza que resultaría temerario sobre todo con una herida sangrando a borbotones y en aquellas condiciones, y con la tranquilidad que mostraba el dragón no daba ningún tipo de confianza.

- ¿¡CÓMO OSAS PONER TUS MANOS EN KRYSTAL Y ARCROW!?- su grito provocó que el dragón rodase los ojos y esquivase todos y cada una de las sacudidas que trataba de golpearlo con el hacha.

Sharxor movió su mano con una tranquilidad insana. Cualquiera en aquellas condiciones tan tensas estaría temblando y la adrenalina disparada, pero las prendas de Sharxor siquiera se movían por la pasividad y gentileza de sus movimientos, casi a cámara lenta, como si pudiera leer los movimientos del minotauro gigante. Todos los escombros y piedras se alzaron sobre su cabeza y se movieron violentamente de lado a lado como si fuera un huracán, golpeando el cuerpo del minotauro en todas direcciones, obligándolo a detenerse. El hacha cayó y se clavó en el suelo de piedra bajo sus pies. Las heridas, rasguños y golpes que no dejaran de causar inestabilidad en el avance del minotauro solo lo ponían nervioso, tenía que reconocerlo. La rabia era tal que apenas sentía su cuerpo en aquellos momentos, las heridas eran insignificantes, estaba furioso, le dolía el corazón y sabía que era la última cadena que le impedía a ese monstruo a seguir con su avance hacia Lion y hacia Libra...

- Patético...- rodó los ojos.- No entiendo ni porque alargo esto...- rodó los ojos.- Incluso pensé que sería divertido...- bufó casi apenado y chasqueó los dedos una vez más.

Una de las piedras se afiló como si de un taladro se tratase justo detrás de Uro y atravesó el cuerpo del minotauro con una frialdad indiferente.

- Krystal...- sonó agónicamente...- Arcrow...- su voz temblorosa se fundió en un silencio sepulcral, y al gusto de Sharxor, demasiado dramático.

El dragón simplemente movió su mano, la Vasija Mica Neo apareció en sus manos. Un fuerte estruendo hizo temblar las paredes del Laberinto de la Cripta. El cuerpo del minotauro cayó ante él como una bestia abatida. La piedra que fue afilada como un torpedo y que atravesó su cuerpo desde la espalda de forma ruin y cobarde se desvaneció. La herida mortal emitió sangre a borbotones, tanto como la de su brazo, hasta que simplemente dejó de fluir sangre, pero tanto el corazón como el dragón ya habían desaparecido de aquel lugar...

Y lo único que quedaba era una triste noche solitaria que iluminaba a duras penas el ambiente...

- Demasiado fácil...- rodó los ojos y sus alas emergieron en su espalda, inspiró profundamente.- Espero que al menos Libra me de un poco de pelea...- se rio con malicia, un eco resonó haciendo que todas las criaturas que estuvieran cerca huyeran despavoridas; y su cuerpo se llenó de escamas e incrementó hasta ser una enorme criatura intimidante de escamas tan duras como el acero...

Alzó el vuelo, buscaría un buen lugar en el que descansar y al día siguiente tomaría el camino directamente hacia el Lago Bio...

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Aquí las opiniones ---------------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

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67.- Protección, ingenuidad y confianza (Medieval - Fantasy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora