No podía creer cómo le habían convencido de hacer esto. Poca curiosidad y alteración física le causaba lo que estaba viendo a través de esa rendija de la puerta, pero lo que le impulsó fue poder estar a la par de los demás. Él mismo se burlaba de Dakari por no ser igual a los demás, no podía contradecirse a sí mismo, ¿o sí? Pero allí estaba él, junto con otros chicos fuera de una de las letrinas de la Torre Viraba de la Primera Estrella. Por lo general en las torres de la Primera y Segunda Estrella se encontraban las habitaciones de las chicas, y ahí estaban ellos espiando a un grupo de chicas de su edad por la rendija de la puerta de la letrina.
Lander no podía más del dolor que le provocaban sus mejillas de tanto fingir aquella sonrisa cínica y maliciosa que se acoplara con la de los demás.
–¡Miren! – Susurró uno de ellos.– ¡No me van a negar que Sundara está cada día más bella!
–Puede que sí, Toster, pero qué me dices de Yoni. ¡Su cuerpo me trae loco desde hace tiempo! – le susurró de vuelta otro de los chicos llamado Vairil. Luego otro comenzó a hablar como si estuviera haciendo un serio juramento.
–¡Yo, Balav, apuesto a que antes de que termine esta jornada voy a conquistar a Priti! Nada más miren sus piernas...Lander, ¿tú que opinas?
En ese momento, Lander tuvo que pensar en cualquier comentario creíble. Todas las chicas se parecían y solo cambiaba su cabello. Una lo tenía rubio, otra castaño, otra azabache...Y la verdad era malo con los nombres y no sabía qué chica era cual, salvo una que tenía el cabello distinto...
–¡Estás loco, Balav! Sonna es la más linda. Ya verás como la tendré comiendo de la palma de mi mano en poco tiempo.
–¡¡¡QUÉ CREEN QUE HACEN USTEDES AQUÍ!!!
Escucharon un grito que alteró sus nervios y desequilibró la extraña formación que habían conseguido al colocarse uno encima del otro para poder observar por la puerta de la sala. Arlet estiro su brazo hacia atrás mientras invocaba a su murua bajo su rostro para volverlo más espectral y asustarlos. Miraba al grupo de chicos en el suelo con ojos de muerte. Y no era para menos después de lo que acababa de escuchar. Las chicas que se encontraban dentro de la habitación habían salido por el grito a medio vestir ya que las sorprendieron en medio cambio de ropa. La última mencionada, Sonna, no pudo evitar sonrojarse al ver a Lander, y el rubor hizo destacar aún más su cabello color tiziano. Siempre le había parecido atractivo desde que lo vio la primera vez.
Lander se mordía la lengua por no haber sido capaz de callarse a tiempo. Si bien todos eran hombres y bastante fuertes, todos sabían que a Arlet era mejor tenerla como amiga que como enemiga. Decidió hacer desaparecer su murua y en su lugar solo tomó a Lander por el cuello de su camisa de lino.
–Más te vale tener buenas intenciones, Lander. Sonna es una de mis mejores amigas y no toleraré que la hagas sufrir.– Lo dijo con una voz que hizo que todos los chicos musculosos que le acompañaban desearan no estar en su lugar.
–¡Cl-cl-claro, Arlet! – Tartamudeó Lander.– ¡No temas, te juro que no planeo lastimarla!
–Pues más te vale.– Y con eso lo soltó, entró a la letrina moviendo a todas las chicas para que hicieran lo mismo y pidiéndoles que controlaran sus risas. Después, se dirigió a Sonna, con quien tendría que hablar seriamente sobre cierto joven.
*
En otra de las torres de Dustakhan, Sleg se paseaba de un lado al otro de la oscura habitación, meditando una solución para el problema que enfrentaban todos los Altísimos. Sus deseos de reconocimiento le habían hecho ofrecerse como el único capaz de transformar al pequeño defectuoso. Había pasado así casi toda la jornada y aún no se resolvía por nada que lo convenciera. Tenía una mentalidad muy violenta, pero dudaba que torturar físicamente a Dakari le serviría para limpiar su murua si terminaba muerto.
Y entonces, la solución entró de lleno en su mente.
No entendía cómo no se le había ocurrido antes. Componer a Dakari sería más sencillo de lo que había creído. E incluso más divertido... Era necesario que lo hiciera sufrir emocionalmente. Si Dakari se quebraba y abandonaba todo lo que él era, entonces se aseguraría de que cualquier cosa que hiciera de su murua verde también se iría con él.
Fue entonces que se dedicó a planear y a buscar algún tipo de conjuro oculto por los Altísimos para su uso exclusivo que le otorgara la capacidad de la metamorfosis. Si quería llegar a Dakari, no lo podría hacer viéndose como un ser que no le brindara confianza. Se podía ver a leguas el miedo que la apariencia de los Áltísimos causaba en los recién llegados. Entonces, lo usaría su favor.
*
Después de haber logrado huir de la ira de Arlet, todos los chicos salieron de la torre y se encontraban en el patio central rumbo a sus habitaciones.
–¡Vaya problema en el que te acabas de meter, Lander! – Le dijo Balav. – Parece que tendrás que ir en serio con Sonna para que Arlet no te castre.
–¡No seas ridículo! Cómo si Lander fuera capaz de involucrarse en serio con alguien.– Contestó Toster, a lo que todos rieron. Pero a pesar de las risas, Lander empezaba a ver la situación con otros ojos...
Después de acompañar a Vairil y Toster a su habitación en la Cuarta Estrella, se dirigió con Balav a la suya, pero le dijo que se adelantase ya que tenía que pasar primero por la letrina. Balav hizo lo que le dijo sin darle importancia y cuando lo perdió de vista, Lander se dirigió a otra de las habitaciones de la torre de la Quinta Estrella. Caminaba con su mano izquierda levantada y con su palma hacia arriba, de modo que pudiera invocar su murua y pudiera ver por dónde caminaba. Un piso más arriba se encontraba la habitación de Yannik y Dakari. Algo en su interior le decía que debía ir a ver a Yannik en ese momento. Por eso, corrió por las escalinatas como si su vida dependiera de ello. Un momento después de golpear la puerta, le abrió Yannik.
–¡Lander! ¿Qué haces aqui? Ya es un poco tarde...– Dijo Yannik y Lander lo notó al ver que ya traía puesto su camisón para dormir.
–Sí...Lo que pasa es que aún no me siento tan casado y vine para conversar un momento.
–¡Claro! Pasa.– Apenas había traspasado el umbral cuando Yannik empezó a exclamar.– ¡¿Dónde estabas?! ¡Estaba preocupado! – Por un momento pensó que se dirigía a él, pero al voltearse se dio cuenta de que no era él el aludido, sino un niño de ojos claros.
–Me quedé dormido en la biblioteca. En la oscuridad me perdí y no sabía como llegar a la habitación. Tardé más de lo que pensé.– Se excusó Dakari, a lo que solo recibió una mueca de disgusto por parte de Lander.
–¿Y por qué no utilizaste tu murua para iluminarte el camino como todos? – Le preguntó Lander como si esta fuera la cosa más obvia de la vida. Dakari agachó la mirada apenado y Yannik lo miraba expectante.
–Mi murua aún no dura tanto tiempo invocado. No podía utilizarlo.– Dijo finalmente Dakari, con algo de vergüenza.
–En todo caso, lograste llegar. ¡Pasen, chicos, no se queden en la puerta! – Los instó Yannik.
–No, yo ya me retiro. Debo volver a mi habitación.– Se disculpó Lander mientras volvía a la puerta, no sin desaprovechar la oportunidad para golpear a Dakari con el hombro como si él no le hubiese dado el espacio para cruzar.
–Pero no querías...– Empezó Yannik, pero en seguida fue cortado por Lander.
–No, Yan. Ya es tarde, me debo ir.– Y con eso se fue sin despedirse de ninguno. No podía evitar sentir un dolor en el pecho mientras bajaba por la escalinata hacia su habitación. Al llegar, tuvo que decirle a Balav que sus ojos estaban rojos por el fétido olor de la letrina de hombres. En verdad apestamos, le había dicho a Balav, a lo que él solo rió, comentó algo sobre que ese era el olor de los hombres de verdad y se echó en su cama cuán largo era sin importarle nada más. Pero Lander no logró dormir hasta que el aro rojo de los astros amenazaba con hacer una ligera aparición en el cielo.
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La Estrella Verde de Dustakhan
Viễn tưởngDakari es un niño con un talento especial, por lo que para garantizarle la educación que merece, es llevado al internado de Dustakhan, liderado por los Altísimos. Sin embargo, con el pasar del tiempo descubre que los Altísimos avanzan más en su tare...