Capítulo XXXI: "Invasión a Dustakhan"

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El aro rojo apenas se asomaba en el firmamento, reemplazando al astro naranja,
cuando todos los miembros de la Congregación se ataban las cintas de sus siviks,
tomaban sus armas y pintaban con salu sus ojos. Guiados por los antiguos pupilos
de Dustakhan, todos marcharon hacia el temible castillo ubicado dentro del volcán.
Para cuando el aro se posicionó finalmente en el cielo, todos ya habían cruzado el puente y llegado a la puerta del castillo. Dakari invocó a su murua y lo hizo levitar, para luego controlarlo con sus manos y guiarlo hasta el cristal reflector en forma de pentágono que había allí. No podía evitar pensar en lo difícil que se le había hecho abrir la puerta la primera vez. En verdad, había mejorado mucho en el poco tiempo que había estado en la Congregación.

Tal y como habían esperado, todos los pasillos estaban despejados. Los pupilos ya deberían estar dentro de sus habitaciones. Caminaron hasta dar con la salida al patio central. Allí, Dakari se volteó para hablar con los demás.

–La Torre Heccu de la Segunda Estrella es aquella de ahí.– Dijo mientras señalaba con su dedo la torre de techo truncado que sobresalía de entre las demás.

–Muy bien. Dividiremos algunas brigadas para proteger las entradas a las demás torres, por precaución y para evitar que algún pupilo quiera interferir. Otras se encargarán de entrar a esa torre y deshacerse de los intrusos.– Dijo Kilian.

–De acuerdo. Déjennoslo a nosotros.– Dijo Kaled para después adentrarse en el tumulto de estudiantes con Madi. Fueron de grupo en grupo hasta que cada uno fuera a posicionarse donde los habían asignado, tan sigilosos como los felinos que moraban de camino a Dustakhan. Cuando Madi les pidió que indicasen que no había peligro, todos junto con la última brigada salieron en pos de la entrada de la Torre Heccu de la Segunda Estrella.

–Aquí estamos. ¿Algo más que deberíamos saber, Yannik? – Preguntó Kaled.

–No. Por ahora lo mejor es seguir el plan al pie de la letra.

–Lander, tú y Bhaksak manténganse a la cabeza de la brigada. Son los más fuertes así que serán de más ayuda allí para abrirse camino. Sonna, tú y Viksi detrás de ellos. Serán las líderes. Yannik vendrá con nosotros y se mantendrá como vigía en el techo.– Indicó Madi al tiempo que le daba un cintane a Viksi y otro a Yannik.

Kaled, Kilian, Madi, Dakari y Yannik buscaron los vimanas en sus alforjas y se los colocaron en sus manos para después invocar sus estrellas y elevarse. Se habían cerciorado de ascender por lados de la torre que no tuvieran ventanas, de modo que las luces de color no llamaran la atención.

Hemos llegado al techo. Comiencen con el ataque.– Informó Madi a través del cintane a los estudiantes, para después acercarse al tragaluz del techo junto con los demás.

*

–Acércate, Arlet querida.– Dijo Isbelia mientras trataba de ocultar su siniestra sonrisa llena de afilados dientes. Arlet hizo lo que le dijeron y se acercó hasta ellos.

El último piso de aquella torre no poseía nada más que una suerte de pequeño pozo en su centro. De lo que tenía entendido, en este se reflejaban los astros y servía para crear la conexión con ellos. Al colocar el murua dentro era más sencillo enviarlo a los astros y, con los conjuros profesados por los Altísimos, se podría dar inicio a la Separación. Hasta ahora, ningún pupilo lo había conseguido – de ahí que los astros siguieran unidos –, pero ella sería la primera. Estaba segura.

Todos los Altísimos se encontraban del otro lado del pozo esperándola. El corazón de Arlet palpitaba con fuerza. Estaba muy ansiosa: había practicado por mucho tiempo y por fin llegó el momento que había esperado.

La Estrella Verde de DustakhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora