Capítulo XXIV: "Separación y Unión"

2 2 0
                                    

Madi se preocupaba de que Dakari no llegara todavía y temía que algún Altísimo lo hubiese descubierto. Mientras repasaba el camino al lado de su antigua cama, pisó algo que hizo un extraño sonido metálico. Lo levantó y encontró una cuchilla
envuelta dentro de un pergamino. Se asustó al ver manchas rojas en él. ¿Acaso sería
sangre? No quería invadir la privacidad de Dakari, pero se le hizo inevitable ver que esas manchas caían justo al lado del nombre del autor, o autora, del contenido.

–¿Arlet...? ¿Acaso ella...?

–Fue muy cercana a Dakari durante un tiempo.– Dijo Yannik al entrar a la habitación después de que acompañara a Lander a la suya y tranquilizara su ira después de ser, según él, derrotado por una defectuosa.

–Lo siento, no quería...

–No te preocupes.– Entonces, se sentó en su cama y volvió a dirigirse a ella.– Arlet se convirtió en una especie de asistente para los Altísimos por ser la mejor pupila. Y como Dakari es el pupilo menos querido por ellos...Era un poco obvio que tendrían que alejarse por completo. Pero eso le significó un golpe muy duro a Dakari.

–No lo había mencionado...– Entonces volteó a ver el pergamino que aún tenía en las manos y lo devolvió a su lugar bajo la cama. No quería traicionar la confianza que sabía que Dakari tenía en ella. Si en algún momento él quisiera decírselo, ella lo escucharía, no antes.– Ahora entiendo: no perdía nada con intentar convencerla de que nos ayude...– Terminó con un suspiro. Se despejó y entonces prosiguió.– Será mejor que me prepare para marcharnos. Dakari volverá en cualquier momento y no creo que quiera pasar ni un segundo más aquí.– Dijo mientras se tomaba la libertad de recoger algunas camisas de lino que tenía en un cajón cerca de su cama. Entonces se volvió a
Yannik.– Pareces ser una persona muy racional, tú puedes hacer la diferencia. No estamos mintiendo, Yannik. ¿En serio crees que una persona que ha pasado por tantas cosas como él inventaría algo así? Por favor, piénsalo, ¿sí?

En ese momento, la puerta se abrió revelando a un Dakari con desgano marcado en el rostro. Por lo que veía, Madi asumió que tampoco le fue muy bien con la famosa Arlet. Miró entonces a Madi a sus ojos celestes y solo negó con la cabeza al tiempo que terminaba de entrar en la habitación. Vio lo que ella hacía y, después de agradecerle en una voz muy queda, decidió ayudarla a terminar de guardar sus cosas. Yannik los veía en silencio y con tristeza. Cuando ya tenían todo dentro de la alforja más una extra que habían sacado, Madi se percató de que, en un rápido movimiento – como si tuviera miedo de que lo vieran –, Dakari había tomado el pergamino con la cuchilla y lo metió dentro de la alforja.

En cuanto a él, estaba indeciso de si abandonar tanto el pergamino como la cuchilla. Sabía que no quería contaminar el nuevo y mejor ambiente que significaba la Congregación Subterránea con el doloroso recuerdo de la despedida de Arlet y, sobre todo, del kattarisi. Pero al mismo tiempo, decidió llevárselo por instinto. Una parte de él le decía que no podía dejarlo atrás, y que sería mejor que nadie lo encontrara. Cuando terminaron de recoger las cosas, salieron de la habitación, y Dakari no se detuvo a despedirse de Yannik. No porque estuviera ofendido con él, sino porque tenía la esperanza de poder volver a verlo en la Congregación.

Yannik volteó el rostro para no ver a Dakari salir por la puerta. Le dolía ver hasta qué punto había llegado por su odio a los Altísimos. ¿Al parecer no había llegado a comprender en su totalidad el dolor de Dakari...? Entonces, su mirada se posó en el pergamino que habían dejado con el mapa.

Se quedó observándolo durante largo tiempo, pensativo...

*
El aro anaranjado resplandecía en el firmamento y los pupilos salían del comedor para dirigirse esta vez a la Torre Sabhia de la Quinta Estrella. Todas tenían la misma estructura de asientos en las paredes con un único escenario en la planta de la torre. Una vez el barullo fue controlado, Isbelia comenzó a hablar.

La Estrella Verde de DustakhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora