Capítulo XXV: "El cariño siempre es verdadero"

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        Después de descender por el túnel de la entrada, se dirigieron a la habitación en la que habían estado antes de partir, cuando Dakari se había desmayado. Madi había tomado el cintane y se había comunicado con Kilian y Kaled para anunciarles que habían llegado.

        –Dado que esta habitación no está en uso, podrías quedarte aquí.– Le propuso Madi al cerrar la puerta tras de sí mientras dejaban las alforjas encima de uno de los sillones.

        –Sí. No me puedo quejar. Como pudiste ver, esta habitación es mil veces mejor que la que tenía antes.

        Madi empezó a enseñarle algunos armarios de la habitación para que guardara la poca ropa que tenía. Además, le había enseñado el camino hacia lo que él identificó como la letrina, pero esta estaba hecha con materiales más finos y menos rústicos. Al dar un pequeño vistazo, se percató que la jarra que allí tendría era de un material suave y blanco y no de barro o piedra como a lo que él estaba acostumbrado. No tuvieron que esperar mucho por los instructores dado que, poco después de que regresaran a la ahora habitación de Dakari, se escuchó que tocaban la puerta. Madi iba a abrir, pero Dakari se le adelantó. Parecería infantil, pero quería abrir la puerta de su propia habitación.

        –¡Muy bien chicos, estén preparados! ¡Tenemos muchas cosas que hacer para vencer a esos mastodontes! ¡Así que vamos a empezar a dividir las tareas! ¡Tú, tú y tú van a empezar con los ataques de estrellas! ¡Y tú, tú y tú me van a ayudar en la creación de armas! ¡Madi, encárgate de buscar siviks para todos y...! – Kaled, que había entrado con la mirada fija en un pequeño pergamino que tenía en las manos, poca cuenta se dio de que en realidad habían solo dos personas en la habitación y no el gran ejército que se esperaba y por el cual estaba tan entusiasmado.– ¿Dónde están todos? – Preguntó por fin al darse cuenta de su error. Kilian apenas llegaba al umbral cuando Dakari suspiró y empezó a hablar.

        –Lo que había predicho. Ninguno nos creyó.– Dijo mirando hacia sus pies. Madi no quería verlo más triste, así que agregó.

        –Pero les dejamos una guía en caso de que cambien de opinión.

        –Sería bueno que lo hagan.– Suspiró Kilian, serio.– Por su propio bien.

        –Eso es lo que no quieren entender. Siguen pensando que en verdad están sirviendo a un buen propósito.– Espetó con frustración Dakari, soltando su mano del borde de la puerta, enfadado al recordar las palabras de Arlet.

        –De acuerdo. Pues ese será su problema. No pueden decir que nunca se los advertiste.–Dijo Kaled, apurado.– En todo caso sí debemos prepararnos. Contaremos con la ayuda de todos nuestros estudiantes, pero debemos entrenarte, Dakari.– Eso pareció mejorar un poco su humor. Volteó a ver a Madi, enarcando una de sus cejas.

        –A mí no me veas. Yo no les dije nada.– Se defendió levantando sus manos y una sujetando el cintane de su cuerda.

        –Eso sí me interesa. ¿Por donde empiezo? – Decidió Dakari mirando con decisión a Kaled, quien sonrió complacido al ver cómo su furia fue reemplazada por la alegría de aprender y llenaba de esperanza la habitación. Esa que ahora sería suya, y no quería infundirle pesimismo.

                                                *

        Sonna cruzaba preocupada el patio central de Dustakhan. No había visto a Lander en algún tiempo, salvo en la asamblea, y no sabía si se encontraba bien. Recientemente, se había encontrado con Balav, pero él tampoco sabía más que ella.

        –Lo siento, Sonna.– Le había dicho.– La última vez que lo vi fue cuando llegué a la habitación, pero él ya estaba dormido. Luego cuando desperté, ya no estaba. De casualidad, ¿has hablado con Yannik? Puede que él sepa algo.

La Estrella Verde de DustakhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora