La última lección de esa jornada había sido considerablemente pesada para Dakari. No solo por el hecho de que seguía siendo la víctima de las humillaciones de los Altísimos, sino porque después de repasar los pergaminos hasta tarde lo había dejado exhausto, pero, aún así, decidió poner todo su esfuerzo en que su murua – aunque verde – durase más tiempo invocado en sus manos. No era eso lo único que lo tenía exhausto, sin embargo. Había pasado también nervioso toda la jornada, ya que sentía una mirada que lo observaba constantemente por detrás.
Mientras intentaba salir del salón a través del tumulto de gente, una de sus hojas de pergamino cayó al suelo. Había decidido anotar cualquier cosa que dijeran los Altísimos durante las lecciones para no olvidar nada y poder practicar después en su habitación cuando Yannik no estuviera para no molestarlo. Era el único que hacía eso al parecer, los demás entendían todo al primer discurso del Altísimo y no tenían que anotarlo, solo practicarlo. Sería aún más vergonzoso que alguien viese sus apuntes, al menos durante la lección pasaba desapercibido. Por eso es que su corazón dio un vuelco al ver cómo otra mano recogía su pergamino del suelo.
–¿Esto es tuyo? – Preguntó el dueño de la mano. Se trataba de un niño no más alto que Dakari, y parecía ser de la edad de Lander a juzgar por los minúsculos vellos que rodeaban su boca y su quijada, por lo que parecería ser que tenía doce años. Dos más que Dakari.
–Sí...Gracias.– Dijo rápidamente mientras recibía el pergamino con la mirada fija en él.
–¡Me parece una gran idea que anotes lo que dicen en las lecciones! – Le felicitó el chico.
–¿Tu crees? Lo hago porque no soy bueno con estas cosas del murua y no quiero seguir pasando vergüenzas delante de los demás.
–No te preocupes. ¡Sí quieres yo te podría ayudar!
–¿En serio? Eso sería estupendo. ¡Muchas gracias!
–No hay de qué. Vamos al patio central y allí te podré enseñar.
–Claro. Por cierto, me llamo Dakari, soy nuevo.– Empezó Dakari mientras bajaban por la escalinata.
–No es por nada, pero creo que ya sabía tu nombre por lo que se dice de ti.– Dijo el chico entre una risa alegre y blanca que contrastaba con su piel bronceada. Sus ojos cafés brillaban con inocencia y sus pequeños rizos le daban un toque amistoso.– Yo soy Novu, llegué un tiempo antes que tú, pero también soy un poco nuevo, aunque he aprendido bastante.
*
Dakari no había sido el único con la sensación de ser observado esa jornada. Lander también era víctima de otro tipo de miradas. Detrás de su asiento en el salón de sus lecciones se habían sentado algunas de las amigas de Arlet: Yoni, Priti y, para su mala suerte, Sonna. De seguro pensaban que él era sordo, pero claro que escuchaba sus risitas y cómo le recordaban a Sonna lo que había dicho la jornada anterior. No podían dejar de decir que muy pronto él llegaría a su puerta con un ramo de tutturis – un tipo de flor que crecía dentro de las copas de los árboles del patio central llamados maras que, a pesar de su apariencia muerta podían hacer brotar esas pequeñas flores – recogidas por él mismo e iluminadas por su murua. Le haría una reverencia y le declararía su eterno amor. La tomaría de la cintura y la besaría. Todo esto solo ponía a Sonna cada vez más parecida al color de su pelo, y el murua en sus manos iluminaba su rostro de manera fluorescente.
Había pensado durante esa lección que tal vez no sería una mala idea hacer lo que decían. No planeaba jugar con los sentimientos de Sonna, además ella era muy linda. Tal vez al estar con ella podría llegar a involucrarse de verdad y quitarse aquel pensamiento de su mente que ha tenido toda la vida y nunca supo qué hacer con él. Quizás lo ideal sería tratar de estar con ella, ¿tal vez su contrario interés se debiera a que les tenía miedo? Sí, de seguro eso era. Entonces lo decidió. Al terminar la lección, iría a ver a Sonna y la invitaría a pasear por la laguna del patio central. Era lo suficientemente inteligente como para invitarla a salir y solventar sus propias dudas, pero tampoco era un imprudente que treparía todos los árboles maras del patio para crear un perfecto de ramo de tutturis. Nadie era tan lunático.
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La Estrella Verde de Dustakhan
خيال (فانتازيا)Dakari es un niño con un talento especial, por lo que para garantizarle la educación que merece, es llevado al internado de Dustakhan, liderado por los Altísimos. Sin embargo, con el pasar del tiempo descubre que los Altísimos avanzan más en su tare...