Capítulo XXXIII: "Separación astral"

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        Exclamaciones de sorpresa y algunas de horror interrumpieron el dulce reencuentro de Dakari con su amada. Al separarse, él la mantuvo cerca de su pecho hasta saber qué estaba sucediendo.

        –¡¡¡Los astros!!!

        –¡¡¡Se están moviendo!!!

        –¡¡¡También nos caerán encima!!! ¡¡¡Huyamos!!!

        Ambos amantes habían alzado la mirada, y también sus expresiones cambiaron a unas llenas de horror al ver que un extremo del aro rojo se volvía más grueso que el resto de su circunferencia. ¡En verdad parecía que se estaban moviendo! Poco a poco la normal oscuridad en la que habían vivido por tanto tiempo empezaba a transformarse a un tono escarlata. El astro había comenzado a brillar tanto que muchos tuvieron que voltear la mirada por el dolor que les causaba a sus córneas verlo directamente. Muchos se sorprendieron al reconocer que lo que por mucho tiempo habían conocido como aro, era en realidad una esfera detrás de otra, que solo les permitía observar sus bordes.

        Una vez alejado del brillo de su compañero, este otro astro se mantenía sereno: sin brillo ni colores tan fuertes. Apenas se separó por completo, dejó de ser una simple esfera negra y se volvió más grisácea y débil en saturación con un suave brillo argentino.

        Como había pasado ya el fenómeno astral, el cielo dejó de lucir aquel escarlata para dejar ver muchas aglomeraciones de apariencia suave y acolchada en distintas tonalidades de gris, volviendo al cielo oscuro de nuevo, pero no tanto como antes.

        Un rugido que provenía de quién sabe donde retumbó en los oídos.

        La temperatura había vuelto a aumentar ligeramente, creando charcos de agua bajo los pies de todos. Después de otro rugido sin dueño, los puntillos blancos dieron paso a gotas de agua que igualmente comenzaron a caer del cielo.

        –¡Debemos salir de aquí! – Gritó Kilian después de salir del asombro y ver que el agua empezaba a llegar a sus tobillos.

        –¡Lander, Bhaksak! ¡Vengan conmigo! ¡Juntaremos más personas para desbloquear la entrada! – Ordenó Kaled mientras era seguido por los dos jóvenes.

        –Kilian, no podemos irnos aún. ¡Dakari y Madi no están! – Informó Yannik con mucha preocupación.

        –¡Aquí estamos! – Gritó Dakari al trepar el pequeño glaciar que se había convertido lo que antes había sido una pared. Al estar encima se agachó para tomar la mano de Madi y ayudarla a subir. Después, saltaron para llegar con ellos.

        –¿¿Dónde se habían metido?? Bueno, no es importante ahora. ¡Madi, necesitamos agrupar a las brigadas! ¡Debemos salir de aquí cuanto antes! ¡Esto se va a inundar!

        –La puerta de la entrada tiene unos pilares fuertes, de seguro resistieron a los temblores. Podríamos pasar por ahí.– Sugirió Dakari.

        –Anda con Kaled, él se dirige hacia allí. Ayúdalos a crear una salida.– Le indicó y, tras dedicarle una breve mirada a Madi, corrió en la dirección que Kilian le indicaba.– Yannik, ayúdanos a mí y a Madi a reunir a las brigadas.

        Entonces todos se retiraron a sus nuevas tareas. Tal como había supuesto Dakari, la entrada del castillo había resistido lo mejor que pudo. Los temblores habían hecho que la puerta se rompiera, y los pilares cayeron uno contra el otro quedando en forma triangular. Algunos escombros impedían el paso directo a la salida, pero no sería ningún problema treparlos. Gracias a la organización, todos comenzaron a trepar la pila de escombros y a salir por el agujero que era ahora la salida.

La Estrella Verde de DustakhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora