Como ya era costumbre, en una oscura habitación de las torres desconocidas se encendía un murua en medio de todos los Altísimos.
–...La razón es muy simple. Los humanos ya no poseen los muruas. Tenemos que absorber todo lo que tengamos aquí.– Dijo Ác preocupado.
–Pero estamos desperdiciando un humano.– Se quejó Perisa.
–Dakari y su maldito murua verde interfiere con nuestros planes.– Mencionó Sleg molesto.
–¡Tú no tienes derecho a quejarte, Sleg! ¡Tú nunca conseguiste componerlo como nos habías prometido hace tiempo! – Gaiztaker apenas podía contener la ira por la sinvergüencería de Sleg, quien, después de ver que su intentó falló, se limitó a seguir fastidiando a Dakari sin lograr nada.
–Ese mocoso cada vez se vuelve más altanero, y así no conseguiremos despojarlo de su murua, sea del color que sea.– Intervino Isbelia.
–Lo mejor podría ser buscar otra fuente de murua. Hace un tiempo me pareció sentir una fuerte concentración no muy lejos de aquí.– Comentó Rache.
–Podríamos enviar pattedaris para poder inspeccionar esa zona.– Sugirió Ligesi.– Como no existen más cuerpos que dejar en La Fosa deberíamos considerar darles este trabajo...
–Eso sería bastante útil. Ningún pupilo ha notado la existencia de los pattedaris, así que estaremos bien.– Apoyó Aika.
–Que así se haga.– Sentenció Ác mientras extinguía el murua.
*
Yannik dormía plácidamente en su cama, ajeno por completo a lo que sucedía en la cama de en frente. Dakari, en uno de sus tantos despertares, se había sentado en la cama y contemplaba de nuevo el pergamino de Arlet con la luz anaranjada de los astros. Sin quitarle sus irritados y vidriosos ojos de encima, movió su brazo hacia la parte inferior de su cama, donde tenía oculto cierto objeto. Al desenvolverlo, pasó el dedo por él. Sentía la peligrosidad del objeto en la yema de su dedo y esta fue evidente al dejar su marca allí. Estaba decidido a romper su promesa por un corto momento de descanso tranquilo.
Como también era su costumbre, estiró su brazo izquierdo, buscó un espacio y realizó su incisión con un movimiento rápido, lleno de su desesperación. No se quería detener para apreciar la capacidad del filo de la cuchilla, solo estaba desesperado por paz.
La incisión resultó más profunda que ninguna otra. Se quedó observándola, maravillado por su propia herida. Su líquido vital chorreaba y seguía el rastro que pintaba de carmesí su brazo.
Cuando una pequeña gota fue absorbida por el pergamino de Arlet, reaccionó.
Luchando por mantener el equilibrio, corrió por los pasillos y las escalinatas hacia la letrina de la torre mientras presionaba la incisión de su brazo con su mano libre. Las lágrimas volvieron a caer por su rostro, pero él no podía sollozar. No podía dejar que nadie lo escuchara. Al llegar, echó de a poco el contenido de la jarra en su brazo. El agua hizo que la herida le ardiera, pero después de un momento la herida ya hinchada cedió y dejó de sangrar.Dakari se dejó caer en el piso de piedra y siguió llorando hasta que no tuviera más lágrimas que brotar. Con desgano, arrancó un trozo de su camisón y lo amarró en su herida.
Salió de la letrina con su cara sin vida. Regresó a su habitación y fingiría que todo estaba bien quién sabe hasta cuando.
![](https://img.wattpad.com/cover/357570147-288-k798547.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La Estrella Verde de Dustakhan
FantasyDakari es un niño con un talento especial, por lo que para garantizarle la educación que merece, es llevado al internado de Dustakhan, liderado por los Altísimos. Sin embargo, con el pasar del tiempo descubre que los Altísimos avanzan más en su tare...