La Estrella Verde de Dustakhan

Capítulo VIII: "El golpe determinante"

        Dakari había conseguido dormirse después de pasar un buen tiempo pensando y lamentándose, buscando su culpa entre todo lo que había pasado. A pesar de que en verdad pareciera que el murua se hubiera salido de control por su falta de habilidad, él había dominado esa técnica con Novu hace tiempo. Ese pensamiento no lo dejaba tranquilo. Se levantó de su cama por instinto, cambió su camisón por la ropa que usó esa jornada y salió de la habitación para buscar a su amigo. Ya en el oscuro pasillo de la torre invocó a su murua únicamente con su dedo índice levantado para iluminarse el camino. Además, no quería arriesgarse a que volviera a salírsele de control y que otra víctima cayera inconsciente.

        Llegó al patio central y trató de pensar en cuál de todas las malditas torres que allí existían podría estar Novu. Casi no lo creía cuando vio un cuerpo al otro lado del patio que caminaba con un camisón blanco. Corrió hacia él.

        –¡Novu! – Le susurró, pero como al parecer no lo escuchó decidió seguirlo. El cuerpo, que estaba seguro que era el de Novu, llegó a la entrada de una torre. No sabía qué tipo era, pero en ese momento era lo último que le importaba. Después de subir las escalinatas llegaron a un extenso pasillo de piedra. Hasta ahora, Dakari no sospechaba que se encontraba en cierto tipo de torre del que nadie hablaba por pertenecer únicamente a los Altísimos. ¿Qué hacía Novu ahí?

        –¡Novu! – Volvió a decir Dakari en un susurro, y entonces el cuerpo se volteó para encararlo. Sí, era Novu, pero su expresión poseía una seriedad impresionante. Para alivio de Dakari, no parecía tener ningún tipo de herida visible de lo que él había hecho durante la lección.– ¿Podemos hablar? – Le preguntó, aunque temía la respuesta.

        –No. Contigo no iría ni a la esquina de este pasillo, Dakari.– Contestó Novu fríamente.

        –Novu, lo siento mucho por haberte lastimado. ¡Pero te juro que no fue mi culpa! Tu bien sabes que esa técnica me lo enseñaste hace tiempo y que ya lo dominé. Para mí que alguien más está tras de...

        –Me arrepiento de haberte enseñado todo lo que sabía porque al final me pagaste de una mala manera.– Dakari intentó decir algo, acercarse incluso, pero él retrocedió.

        Sus palabras de verdad estaban lastimándolo de una manera que jamás habría creído posible. Esa pequeña luz de esperanza que creyó que sería suficiente para no caer en la locura de la soledad se estaba yendo. Su único amigo en ese mundo lo estaba despreciando. ¿Cómo podía ser posible que no existiera un poco de compasión...? Pues, por lo que Dakari había aprendido, esa palabra, ese concepto, eran desconocidos en Dustakhan.

        –¡¿No lo entiendes, Dakari?! YO. YA. NO. CONFÍO. EN. TI.– Eso fue suficiente para que todas las ilusiones de Dakari se destrozaran en un segundo. La confianza lo era todo para él, y más si era la de su amigo, su único amigo. Ahora, sabiendo que no la tenía...simplemente lo destrozaba ferozmente.

        Mientras las lágrimas amenazaban con salir, una risa las forzó a mantenerse en equilibrio en sus lagrimales. Novu se reía con malicia y, al tiempo que lo hacía, desde su frente empezaba a abrirse una grieta que resplandecía con una luz blanca y la cual bajó hasta partir su cuerpo en dos. Del orificio que se había formado empezó a salir una sombra puntiaguda que crecía y crecía. Dakari temía que fuera lo que estaba pensando. Tuvo miedo de observar, pero al mirar hacia el piso, vio que la piel de Novu se encontraba en el suelo y que en lugar de ojos solo tenía un par de orificios. Un pensamiento fugaz cruzó por su mente en ese momento...¿Sería acaso esa la piel de alguien real?

        –¿Qué tal mi actuación, Dakari? – Este último dio un respingo al escuchar una voz gutural hablarle desde varios metros por encima de él. Se sentía tan lastimado que no dudó ni un segundo en enfrentar al Altísimo.