Capítulo XVI: "Conflicto de conceptos"

5 2 0
                                    

        -¡Apresúrense! ¡Tomen sus armas!- Exclamó el otro hombre sin cabello, instando a la gente, pero sin ser grosero. No podía dejar de cuestionarse esa habilidad del hombre.- Ya lo saben, Madi estará en contacto con todos ustedes y los guiará. Nosotros los cubriremos. ¡Vamos, vamos, vamos!

        Dakari no podía estar más perdido y fue arrastrado por todo el tumulto de capas hacia un rincón donde se encontraban algunos objetos de metal. Por instinto, y para que no le cayeran todos encima, tomó uno y salió de allí. Luego, siguió a un pequeño grupo sin saber si quiera lo que hacía. Bajó la mirada para saber qué tenía en las manos y qué era lo que el hombre había denominado como arma. Este era un objeto alargado con una gran cantidad de puntas delgadas que lo cubrían de inicio a fin menos en lo que hacía las veces de empuñadura. Nunca había visto algo similar, pero ahora sabía que era un "arma".

        El grupo se detuvo y se colocaron contra una pared. Dakari los imitó. No fue sino hasta unos segundos después que contuvo el aliento al ver a una figura humanoide, pero hecha de objetos comunes. ¿Acaso serían...?

        Entendió para qué servían las "armas" al ver a una persona del grupo atacar a uno de los seres con la suya. Lo atravesó y cayó cuan largo era en el piso, ya inerte y sin intención de volverse a levantar. Muchas figuras más aparecieron y las demás personas con capa empezaron a pelear contra ellas creativamente con sus armas. Dakari no sabía en qué se había metido y solo trató de huir. Salió de ese corredor, pero entonces sintió que lo estaban siguiendo.

        Entró a otro corredor y lo primero que se le ocurrió fue esconderse de esas figuras. Lo hizo detrás de una de las sillas como aquella de la cual tomó la capa. Empezó a repetir en su mente que por favor no lo encontrasen cuando vio a dos de aquellas figuras que habían entrado en el corredor. La una era alta, con la parte superior ovalada y daba la sensación de ser una enorme cuchara. La otra era pequeña, ancha y tenía lo que parecían ser dos cabezas en un solo cuerpo. Más objetos comunes como piedras, ramas o plumas formaban sus facciones como si fueran humanos de verdad, y sentía cómo estas últimas se fijaban en él, aunque no lo hicieran en realidad. Caminaron con una lentitud exasperante hasta que pasaron por delante suyo para salir del corredor.
Casi logra pasar desapercibido, pero el remedo de humano siamés volteó sus dos cabezas sobre su propio eje, sin girar el resto de su cuerpo, para encontrarlo detrás de la silla.

        Muerto de pánico, Dakari se levantó de un brinco y sin pensarlo atravesó su extraño y supuestamente letal objeto lleno de agujas filudas en lo que sería el estómago del cúmulo de basura andante. Cuando vio que el otro humanoide planeaba salir en su defensa, sacó como pudo el arma, la blandió hacia arriba y luego hacia un lado hasta que decapitó a la otra figura. Ambas quedaron en el piso ya inertes.

        –¡Muy bien, casi acabamos con todos ellos!- Dijo de pronto una voz en su mente. Era femenina y transmitía liderazgo, fuerza y elegancia a la vez. Sacudió su cabeza para liberarse de esa invasión. Después de hacer el mismo procedimiento de clavar y decapitar, acabó con dos más y de nuevo surgió la misma voz en su cabeza.

        –Todo está despejado. Pueden volver a reunirse.

        No sabía qué más hacer por lo que solo obedeció. Tardó en encontrar el pasillo en donde estaban todos. Casi no podía creer que todo ese lugar y toda esa gente viviera bajo ese árbol. Para cuando llegó ya todas las personas con capa se estaban dispersando y solo se quedaron aquellos dos hombres y la persona con capa que le había susurrado a uno de ellos en un inicio, aquella a la que había seguido hasta el árbol. Aún sintiéndose invisible como si siguiera detrás de la silla, se acercó demasiado a ellos como para que notaran su presencia.

La Estrella Verde de DustakhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora