Capítulo XXVII: "Un arrivo inesperado"

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        Tal y como casi todas las cosas de la Congregación Subterránea, el comedor era mucho más decorado y acogedor que el que conocía. Se componía de algunas mesas alargadas dentro de la habitación. Las estrellas anaranjadas y fucsias encerradas en aquellas burbujas transparentes le otorgaban una agradable atmósfera a la habitación, mucho mejor que solo depender del brillo que buenamente entraba por los agujeros de los muros de mampostería que tenía aquel castillo del mal. Incluso la comida era más deliciosa. Dakari no podía quitar los ojos de encima de su cuenco, que ya no era de madera sino de un agradable material blanco, y sus utensilios hechos de metal. El contenido se trataba de una suerte de caldo, con verduras y algunos trozos de carne de animales que, según infería, eran los que se podían encontrar en el bosque encima de ellos.

        –Si no te comes tu svalpa pronto, es posible que Bhaksak se lo coma antes que tú.– Le dijo Kilian mientras le señalaba con la barbilla a un chico que estaba sentado a su lado. Era delgado,aunque musculoso, y era notorio que tenía gran apetito, comía con mucho gusto.

        –Descuida, comeré. Es solo que nunca había visto una comida tan...apetitosa.– No había mejor palabra para describirlo.

        –No me digas que incluso les mataban de hambre en ese lugar.– Dijo Kaled asomándose desde un lado de su hermano.

        –No, no, no...Pero lo que nos daban de comer siempre tenía apariencia desagradable. Por ejemplo, lo que más solían darnos era una pasta extraña de color morado. Eso se llamaba neraie, ¡tenía un sabor insípido y te dejaba la boca extremadamente seca! Dspués de eso, lo que era más aceptable era el gomansa. Eran pequeños trozos de carne. Pero no nos lo daban muy seguido. Enlo personal, lo que era menos desastroso era el pan, pero era demasiado duro para morder.– Después solo soltó una risa al recordar esos extraños platillos y volteó a ver al que tenía ahora en
frente.– Comparado con eso, esto es una delicia.– Dijo mientras metía una cuchara de su svalpa a la boca y disfrutaba del sabor.

        –Hablando de ellos...¿Se te ocurre si tienen algún punto débil o algo por el estilo? – Dakari pensó un momento mientras masticaba, pero nada se le venía a la mente. ¿Cómo encontrar una debilidad en aquellos mastodontes?

        –No soy un gran estratega como ustedes, pero se me ocurre que si se los dibujo cómo son a ustedes se les podría ocurrir algo.– Entonces dejó sus utensilios y tuvo que separarse dolorosamente de su svalpa. Levantó su dedo e invocó a su murua en la yema y empezó a dibujar en el aire. Una cosa más que había aprendido de Kaled y Madi aquella jornada de entrenamiento.

        El rastro verde se mantenía en el aire mientras plasmaba el cuerpo triangular de los Altísimos. De haber tratado de aprender eso en Dustakhan probablemente le hubiera tomado mucho más tiempo que el que le tomó ahí en la Congregación. De nuevo, se trataba del cómo.

        –¿Qué es eso? – Preguntó Kaled al notar un trazo que dividía el cuerpo del mastodonte y que sobresalía ligeramente del resto de su torso.

        –No estoy seguro.– Contestó Dakari.– Su anatomía es difícil de describir. Siempre había asumido que su cabeza tenía esta forma y que por debajo tenían una especie de cuello.

        –No lo creo, Dakari.– Dijo Kilian mientras pasaba los dedos por su quijada barbuda.– Da la impresión como si fuera algo sobrepuesto. Se me antoja como una suerte de casco...

        –Sí, yo tampoco creo que sea solo su cabeza.

        –¿¿Eso quiere decir que tal vez tengan algo más por debajo?? – Preguntó Dakari, entre emocionado y asqueado al mismo tiempo.

La Estrella Verde de DustakhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora