Capítulo XVII: "Llamado del pasado"

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— Parece que Dakari decidió faltar de nuevo a la lección de hoy.– Dijo Isbelia
cuando observó que el susodicho estudiante defectuoso no se encontraba. Decidió aprovechar la oportunidad para hacer notar su deficiencia a los demás pupilos.– ¡Qué esto les sirva de ejemplo de lo que no se debe ser! Es obvio que Dakari no tiene una conciencia colectiva, no le importa el peligro que corremos si los astros siguen unidos más tiempo. No le importa nada más que hacer su Altísima voluntad cuando siente ganas de hacerlo. No sean como él y no dejen que sus defectos lleguen a atraparlos y echarlos a perder como a él. ¿Entendido?

–Sí, Sar Isbelia...– Dijeron todos los jóvenes estudiantes en una sola cacofonía.

–Arlet.– Llamó la Altísima a su estudiante predilecta que se encontraba en la primera fila.— Quiero que te mantengas alerta de Dakari. Si lo encuentras o lo ves en algún lugar, me lo traes inmediatamente.- Le ordenó.

–De acuerdo, Sar Isbelia.– Respondió ella. Arlet no se sentía muy a gusto estando cerca de Dakari. Desde que compartieron esa minúscula historia de amor hace unos años el trato había sido muy distante. No sabía si la Altísima lo hacía a propósito o no estaba enterada. Esperaba que no porque eso, según la advertencia que acababa de dar, podría hacerla perder su lugar como mejor estudiante y asistente de todos los Altísimos. Estaba orgullosa de eso y no quería dejar que nada ni nadie arruinara su más grande logro.

*

–Entonces, déjame ver si entendí bien esto.- Kaled tuvo que detener a Dakari cuando estaba a punto de terminar su relato de dónde había vivido toda su vida desde hace casi siete años. Había pasado un tiempo considerable mientras Dakari les explicaba todo y ahora se encontraban a una sala más acogedora que los pasillos, muchísimo más decorada también. Sentados en los sillones de aquella sala, Kilian y Madi lo escuchaban atentos, pero Kaled había avanzado hasta quedar en el borde de su asiento. Lo miraba boquiabierto como quien escucha por primera vez que los humanos son capaces de hacer aparecer una estrella de sus manos: estupefacto y con severas dudas sobre si lo que conocía era cierto o no. A su manera, ahora podría entender la
confusión de Dakari al haberse colado en la Congregación Subterránea. Le parecía tan irreal que al final tuvo que resumirlo en sus propias palabras para asegurarse de que podía seguir el ritmo.

–¿Dices que estuviste estudiando toda tu vida con unos gigantes de casi tres metros que saben que las estrellas tienen la capacidad de separar los astros? ¿Y que además las estrellas de todos los estudiantes de ese lugar son únicamente blancas y que tú eres el único diferente con una estrella de color y que encontrastequeellossonlosquecrearonaesosseresysuponesquehanestadoenviandoaesosintrusosanuestraguaridaparaatacarnosyyy...

–Muy bien, hermano, tranquilízate y respira hondo que vas a atragantarte.– Le recomendó Kilian que veía que el rostro de Kaled ya empezaba a cambiar de color. Siguió su consejo y respiró hondo unas cuantas veces.

–Sí a todo lo que preguntaste.- Contestó Dakari omitiendo una risa por la reacción de Kaled. Lo hacía sentirse bien el poder reírse de los Altísimos sin temer por un castigo, pero no dejaba de hacérsele extraño que lo que para él había sido normal a otras personas les impresionara tanto. Siempre asumió que era defectuoso y ya estaba aprendiendo a hacerse a la idea, pero la reacción de sorpresa explícita de Kaled y las miradas de preocupación de Kilian y Madi le hicieron darse cuenta que las cosas no son así fuera del castillo. Siempre supo que Dustakhan era un lugar desgraciado, pero la confirmación ajena fue suficiente para hacerle caer en cuenta oficialmente. ¡¿En qué lugar había estado metido toda su vida?! Kilian y Madi seguían procesándo todo en su mente y no explotaron como Kaled que, una vez que se calmó, retomó la palabra, más serio yacon los brazos apoyados en las rodillas.

La Estrella Verde de DustakhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora