Annabeth
Sin previo aviso, Hera había secuestrado a Percy Jackson, el novio de Annabeth, le había borrado la memoria y lo había mandado al campamento romano. A cambio, Jason había acabado con los griegos. Jason no tenía culpa de nada, pero cada vez que Annabeth lo veía, se acordaba de lo mucho que echaba de menos a Percy.
Percy… que ahora mismo estaba allí abajo, en alguna parte.
[...]
Annabeth quería aterrizar antes de que esas tropas llegaran, pero el suelo estaba todavía cientos de metros más abajo. Escudriñó a la multitud con la esperanza de ver a Percy.
Entonces algo hizo ¡BUM! detrás de ella.
[...]
Más abajo, en el valle, los refuerzos de la legión se encontraban a mitad de camino de la ciudad. En el foro había ya más de cien personas. Annabeth escudriñó las caras y… Oh, dioses. Lo vio. Iba andando hacia el barco, rodeando con los brazos a dos chicos como si fueran sus mejores amigos: un chico robusto con el pelo moreno cortado al rape y una chica con un yelmo de la caballería romana. Percy parecía muy a gusto, muy contento. Llevaba puesta una capa morada como la de Jason: la marca del pretor.
A Annabeth le dio un vuelco el corazón.
[...]
—Ejem, Annabeth… —dijo Leo—, ¿seguro que es buena idea?
Ella apretó los puños para evitar que le temblaran las manos. Seguía experimentando la sensación de frío. La notaba flotando justo detrás de ella, y desde que Término había dejado de gritar y de provocar explosiones, le parecía que podía oír a la presencia riéndose, como si se alegrara de las malas decisiones que estaba tomando.
Pero Percy estaba allí abajo… muy cerca. Annabeth tenía que llegar hasta él.
🤍
Entonces otra persona apareció entre el gentío, y la mirada de Annabeth se concentró en ella.
Percy le sonrió; aquella sonrisa sarcástica de pendenciero que la había fastidiado durante años, pero que había acabado resultándole entrañable. Sus ojos verde mar eran tan bonitos como los recordaba. Llevaba el cabello moreno peinado hacia un lado, como si viniera de dar un paseo por la playa. Estaba todavía más guapo que hacía seis meses: más moreno y más alto, más esbelto y más musculoso.
Annabeth se quedó tan pasmada que fue incapaz de moverse. Tenía la sensación de que si se acercaba a él, todas las moléculas de su cuerpo podrían entrar en combustión. Había estado colada en secreto por Percy desde que tenían doce años. El verano anterior se había enamorado locamente de él. Habían sido una pareja feliz durante cuatro meses… y luego él había desaparecido.
Durante su separación, las emociones de Annabeth habían experimentado un cambio. Se habían vuelto de una intensidad dolorosa, como si se hubiera visto obligada a dejar una medicina capaz de salvarle la vida. En ese momento no sabía qué era más insoportable: si vivir con aquella horrible ausencia o volver a estar con él.
La pretora Reyna se enderezó. Con visible reticencia, se volvió hacia Jason.
—Jason Grace, mi antiguo compañero… —pronunció la palabra «compañero» como si fuera peligrosa—. Bienvenido a tu hogar. Con tus amigos…
No era lo que Annabeth pretendía, pero se abalanzó hacia delante. Percy corrió hacia ella al mismo tiempo. La multitud se puso tensa. Algunos alargaron las manos para coger unas espadas que no llevaban encima.
Percy la rodeó con los brazos. Se besaron y, por un momento, no importó nada más. Un asteroide podría haber chocado contra la Tierra y haber exterminado toda forma de vida, y a Annabeth le habría dado igual.
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Percabeth a través de los libros
RastgeleRecopilación de los fragmentos de los libros de la saga de Percy Jackson [Rick Riordan] donde se desarrolla la historia de Annabeth Chase y Percy Jackson.