La marca de Atenea III

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Leo

Percy y Jason estaban sentados con la espalda apoyada contra el mástil y la cabeza caída del agotamiento. Annabeth y Piper intentaban hacerles beber agua.

[...]

—¿Se acaba de poner todo patas arriba? —preguntó.

Jason se apretó la cabeza con las manos.

—Sí, y da vueltas. Todo se ha vuelto amarillo. ¿Se supone que es amarillo?

Annabeth y Piper se cruzaron miradas de preocupación.

—La tormenta ha agotado vuestras fuerzas —dijo Piper a los chicos—. Tenéis que descansar.

Annabeth asintió con la cabeza.

🤍

Piper

Percy, por su parte, quiso oír todos los detalles sobre el campamento acuático. Siempre volvía al mismo punto:

—¿No han querido conocerme?

—No es eso —dijo Hazel—. Simplemente… es la política submarina, supongo. Las sirenas y los tritones son territoriales. La buena noticia es que se van a ocupar del acuario de Atlanta. Y ayudarán a proteger el Argo II cuando crucemos el Atlántico.

Percy asintió con la cabeza distraídamente.

—Pero ¿no han querido conocerme?

Annabeth le dio un manotazo en el brazo.

—¡Venga ya, Sesos de Alga! Tenemos otras cosas por las que preocuparnos.

[...]

Percy cruzó las piernas.

—Y eso solo es parte del problema. También está la Marca de Atenea.

A Annabeth no pareció entusiasmarle el cambio de tema. Posó la mano en su mochila, que siempre parecía acompañarla desde que habían partido de Charleston.

Abrió el bolso y sacó un fino disco de bronce del diámetro de un dónut.

—Este es el mapa que encontré en el fuerte Sumter. Está…

Se calló bruscamente, mirando la superficie de bronce lisa.

—¡Está en blanco!

Percy lo cogió y examinó las dos caras.

—¿No estaba así antes?

—¡No! Lo estuve mirando en mi camarote y… —Annabeth murmuró entre dientes—. Debe de ser como la Marca de Atenea. Solo puedo verlo cuando estoy sola. No se muestra a los demás semidioses.

Frank retrocedió como si el disco fuera a explotar. Tenía un bigote naranja y una barba de migas de brownie, y a Piper le entraron ganas de darle una servilleta.

—¿Qué contenía? —preguntó Frank, nervioso—. ¿Y qué es la Marca de Atenea? Sigo sin entenderlo.

Annabeth cogió el disco de la mano de Percy. Le dio la vuelta a la luz del sol, pero seguía en blanco.

—El mapa era difícil de interpretar, pero mostraba un punto en el río Tíber, en Roma. Creo que allí es donde empieza mi búsqueda… el camino que tengo que tomar para seguir la Marca.

—Tal vez sea allí donde encuentres al dios Tiberino —dijo Piper—. Pero ¿qué es la Marca?

—La moneda —murmuró Annabeth.

Percy frunció el entrecejo.

—¿Qué moneda?

Annabeth se metió la mano en el bolsillo y sacó un dracma de plata.

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