Decidimos dormir por turnos. Yo me ofrecí voluntario para hacer la primera guardia.
Annabeth se acurrucó entre las mantas y empezó a roncar en cuanto su cabeza tocó el suelo.
[...]
-¿Cómo vamos a entrar en el inframundo? -le pregunté-. Quiero decir, ¿qué oportunidades tenemos contra un dios?
-No lo sé. Pero en casa de Medusa, mientras tú rebuscabas en el despacho, Annabeth me dijo...
-Oh, se me había olvidado, claro. Annabeth ya debe de tener un plan.
-No seas tan duro con ella, Percy. Ha tenido una vida difícil, pero es una buena persona. Después de todo, me ha perdonado... -Le falló la voz.
-¿Qué quieres decir? Te ha perdonado ¿qué?
De repente, Grover pareció muy interesado en tocar la flauta.
-Un momento -insistí-. Tu primer trabajo de guardián fue hace cinco años. Y Annabeth lleva en el campamento también cinco años. ¿No sería ella... tu primer encargo que fue mal...?
-No puedo hablar de eso -repuso él, y el temblor de su labio inferior me indicó que se echaría a llorar si lo presionaba-. Pero como iba diciendo, en casa de Medusa, Annabeth y yo coincidimos en que está pasando algo raro en esta misión. Hay algo que no es lo que aparenta.
-Vale, lumbrera. Me culpan por robar un rayo que se llevó Hades, ¿recuerdas?
-No me refiero a eso. Las Fur... las Benévolas parecían contenerse. Igual que la señora Dodds en la academia Yancy... ¿Por qué esperó tanto para matarte? Y después, en el autobús, no estaban tan agresivas como suelen ponerse.
-A mí me parecieron agresivas de sobra.
Grover meneó la cabeza.
-Nos gritaban: «¿Dónde está? ¿Dónde?»
-Os preguntaban por mí -le dije.
-Puede... pero tanto Annabeth como yo tuvimos la sensación de que no preguntaban por una persona. Cuando preguntaron dónde está, parecían referirse a un objeto.
-Eso es absurdo.
-Ya lo sé. Pero si hemos pasado por alto algo importante, y sólo tenemos nueve días para encontrar el rayo maestro... -Me miró como si esperara respuestas, pero yo no las tenía.
[...]
Alguien me estaba sacudiendo.
Abrí los ojos y era de día.
-Vaya -dijo Annabeth-. El zombi vive.
El sueño me había dejado temblando. Aún sentía el contacto del monstruo del abismo en el pecho.
-¿Cuánto he dormido?
-Suficiente para darme tiempo de preparar un desayuno. -Me lanzó un paquete de cortezas de maíz del bar de la tía Eme-. Y Grover ha salido a explorar. Mira, ha encontrado un amigo.
Tenía problemas para enfocar la vista.
Grover, sentado con las piernas cruzadas encima de una manta, tenía algo peludo en el regazo, un animal disecado, sucio y de un rosa artificial. No, no se trataba de un animal disecado. Era un caniche rosa.
El chucho me ladró, cauteloso.
Grover dijo:
-No, qué va.
Parpadeé.
-¿Estás hablando con... eso?
El caniche gruñó.
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Percabeth a través de los libros
RandomRecopilación de los fragmentos de los libros de la saga de Percy Jackson [Rick Riordan] donde se desarrolla la historia de Annabeth Chase y Percy Jackson.