En un reencuentro teñido de nostalgia, dos almas se entrelazan una vez más después de una larga separación. Los recuerdos resurgen vívidamente, pero para Hana, este retorno aviva un amor no correspondido. En este nuevo capítulo, el anhelo se entrela...
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Hana por la tarde se hallaba tumbada en su cama, absorta frente su portátil. Trataba de escribir de nuevo, pero la inspiración parecía esquivarla una vez más.
Su mente daba vueltas, intentaba formar ideas, pero ninguna se afianzaba lo suficiente para plasmarla en palabras.
Finalmente, se rindió ante la frustración y optó por simplemente navegar por la web. Pasó el tiempo viendo algunos videos, dejando que su mente se relajara un poco después de tanto esfuerzo sin éxito.
Al despertar al día siguiente, Hana se encontraba en un mejor estado de ánimo, listándose parar llegar a una hora temprana. Mientras se abrigaba con su abrigo, Yuna se ofreció a llevarla a ella y a Minho. Los padres de Hana estaban ocupados trabajando, una escena común en su hogar.
La clase resultaba aburridísima y, aunque Hana intentaba tomar apuntes, se encontraba muy distraída en estos días, a pesar de su compromiso por prestar atención y tomar notas, la mente parecía vagar por otros pensamientos. De repente, Joo Kyung se levantó abruptamente, expresando su necesidad de ir al baño, recibiendo el permiso del profesor.
—Nos vemos la próxima vez, chicos— anunció el maestro al finalizar la clase. Hana salió del aula absorta en su libro, hasta que, de repente, chocó con la espalda de alguien, provocando que el libro se le cayera de las manos.
—Oye, ten cuidado—, expresó ella, dándole un pequeño empujón al responsable para que se mantuviera alejado de ella.
El responsable la acorraló y al levantar la vista, Hana se encontró con la mirada fija de Seojun. —Oye, ¿dónde está mi casco?—, preguntó él con tono firme.
—¿Espera, puedo recoger mi libro primero?—, intentó ella alcanzar el libro que había caído al suelo, pero el chico no la dejó.
—¿Me estás tomando el pelo? ¿Acaso crees que tu libro es más importante que tu casco?— cuestionó Seojun incrédulo—
—Claro que sí— afirmó Hana con absoluta seguridad. —Olvide tu casco, ¿de acuerdo? Ni siquiera sé donde está— confeso la chica, manteniendo una expresión imperturbable.
—¿Espera un momento, acabo de escuchar correctamente? ¿No sabes dónde está?— La voz de Seojun reflejaba su frustración y asombro.
— Es solo una broma. Necesitas un poco de humor en tu día. ¡Claro que sé dónde está!—, dijo con una sonrisa, aunque en realidad no tenía la menor idea de dónde podría estar el casco.
— Mañana te lo devolveré, ¿de acuerdo?—, propuso Hana, intentando mantener la situación bajo control.
—Oye, es importante para mí tenerlo mañana— insistió el chico, demandante.
