En un reencuentro teñido de nostalgia, dos almas se entrelazan una vez más después de una larga separación. Los recuerdos resurgen vívidamente, pero para Hana, este retorno aviva un amor no correspondido. En este nuevo capítulo, el anhelo se entrela...
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Hana permanecía junto al chico inconsciente, aguardando con paciencia su recuperación tras el sobresalto.
Se aproximó con cautela para verificar su respiración, experimentando un alivio inmenso al confirmar que se encontraba ileso.
De repente, el joven recobró la conciencia, elevando la mirada hacia Hana.
En ese instante, su corazón comenzó a latir con intensidad al tenerla tan cercana; un cambio palpable en el aire se hizo evidente.
Hana, al percatarse de la transformación en su expresión, optó por no apartar la mirada, manteniendo un contacto visual que parecía trascender lo convencional.
Seojun, de manera repentina, se puso de pie con agilidad, provocando un encuentro involuntario de cabezas que resonó en el silencio.
El impacto generó un breve instante de sorpresa, seguido por una reacción instintiva en la que ambos se aferraron instintivamente a sus cabezas, como si la colisión física fuera una metáfora de las complejidades que comenzaban a tejerse entre ellos.
—Oh, perfecto, ¿sabes? Mi cabeza, ese lugar sagrado donde guardo mis ideas brillantes, ahora tiene una protuberancia gracias a tu genialidad. ¿Acaso pensaste que era un fantasma? Quizás necesitas un manual de instrucciones para diferenciar a una persona de un espectro.— Hana exclamó, sosteniendo su frente con cierta teatralidad, mientras lanzaba una mirada irónica y divertida a Seojun.
—Pues sí, sinceramente parecías un fantasma. ¿Qué esperabas? Además, ¿quién se acerca tanto, tan repentinamente?— comentó Seojun con un tono entre justificación y burla, mientras Hana aún yacía en el suelo y él escudriñaba su entorno con cierta inseguridad persistente.
—Al menos algo quedó claro. Ahora sabemos quién se lleva la victoria y quién demostró más resistencia, ya que, sinceramente, terminaste inconsciente. ¡Dios mío, deberías haber visto tu cara! Fue como si el mismísimo terror se apoderara de ti.— Hana soltó una risa entre divertida y burlona, mientras recreaba el momento en su mente y se agarraba la cabeza.
—¿Vencedora de qué? ¿Escuchaste tu propio grito? Ese alarido tuyo atrajo al espíritu del árbol, y ahora, gracias a ti, terminamos en esta situación. En realidad, soy el verdadero ganador aquí—, intentó expresar Seojun, Su rostro aún reflejaba cierto temor persistente a pesar de sus esfuerzos por aparentar calma.
—Dios mío, debería haber grabado eso. Tu cara fue épica, en serio. Debiste verte, parecías un niño asustado. Eres todo un miedica. Definitivamente, se lo voy a contar a todos.— Hana continuó riendo, disfrutando de la situación.
—Ni se te ocurra— espetó Seojun con firmeza, su mirada, buscando detener las intenciones de Hana. En su tono resonaba una mezcla de preocupación y una pizca de vergüenza. —
