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Finalmente, Seojun y Hana habían logrado encontrar un escondite seguro, eludiendo astutamente la persecución de la banda. Con un respiro momentáneo, Hana salió cautelosamente del escondite para asegurarse de que la costa estuviera libre. Sin avistar a sus perseguidores, respiró aliviada al constatar que ya no estaban cerca.

—Te dije que te fueras. ¿Por qué me arrastraste? ¿Qué pensarán esos idiotas? ¡Corres el riesgo de que nos tomen por sospechosos! Eres tan estúpida—, espetó, frustrado Seojun.

—¿Perdona? ¿Me llamaste estúpida? Te salvé. Deberías agradecerlo. El estúpido eres tú—, replicó Hana, su voz cargada de indignación. Seojun intentó responder, pero su voz se desvaneció ante el silencio de la chica.

Al volver al karaoke, Hana notó la ausencia de los chicos y, lo que era peor, descubrió que su bolso había desaparecido. La sensación de frustración y desamparo la invadió, suponiendo que los chicos se lo habían llevado al no encontrarla. Mientras observaba el entorno, divisó a Seojun ajustándose el casco, listo para emprender su camino. Se sentía atrapada en una situación complicada, buscando desesperadamente una solución.

Seojun, al percatarse de ella, soltó una risa sarcástica. —¿Necesitas un transporte?—, preguntó con una nota de ironía en su voz.

—No, no lo necesito, y mucho menos ese vehículo. Prefiero tomar un taxi—, respondió Hana con un dejo de sarcasmo, señalando la motocicleta.

 —Claro, cuando tengas el dinero para un taxi, podrás tomar uno. Nos vemos— el chico dijo con una sonrisa irónica, dándose media vuelta para marcharse.

—De acuerdo, si lo necesito. Espera un momento—, titubeó Hana, reconsiderando la oferta del chico mientras su atención se centraba en la imponente motocicleta. Observó el casco con escepticismo evidente. —¿Tengo que usar esto?— expresó con incredulidad, sosteniendo el casco con cierta torpeza. Hana finalmente se ajustó correctamente el casco. 

Luego, miró la motocicleta con cierta inseguridad. — ¿cómo se sube a esto?— preguntó, buscando la ayuda de Seojun. Sin embargo, la mirada del chico indicaba su impaciencia. Después de unos minutos de dudas y nerviosismo, finalmente logró subirse a la motocicleta, manteniendo los brazos cruzados.

 —¿Crees que vas a poder ir así? Vas a caer. Tienes que agarrarte—, advirtió Seojun, visiblemente molesto.

—No voy a cae... —, pero antes de que pudiera terminar la frase, Seojun accionó el arranque de la motocicleta de manera abrupta.

El repentino estruendo del motor desató una aceleración abrupta. Hana, sumida en la sorpresiva explosión de velocidad, se vio arrojada hacia adelante. 

MIDNIGHT RAIN / Han SeojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora