En un reencuentro teñido de nostalgia, dos almas se entrelazan una vez más después de una larga separación. Los recuerdos resurgen vívidamente, pero para Hana, este retorno aviva un amor no correspondido. En este nuevo capítulo, el anhelo se entrela...
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Cuándo la chica bajo del taxi, la noche envolvía la calle mientras la joven caminaba hacia la tienda, buscando algo para saciar su hambre nocturna. Los comentarios hirientes cortaban el aire cuando un grupo de chicos se burlaban de una chica cercana.
—Luces como una mierda— se eschucó la voz de uno de los chicos, mientras la chica se disculpaba una y otra vez.
—¿Por qué estás aquí molestando a los demás en la noche?— continuó el chico, sus palabras como dardos afilados que cortaban la quietud. Los espectadores miraban, pero nadie intervenía.
—¿Ves sus ojos? ¿Parece que puede ver lo que está frente a ella? Qué mala suerte cruzarse con alguien como ella—, burló otro de los chicos, sin consideración por el impacto de sus palabras.
—Tu cara es un desastre, no hay nada bueno en ella. Ahjumma, agacha la cabeza y vete a casa con esa cara tuya, o cúbrelo cuando salgas—, continuaron los comentarios crueles, golpeando la autoestima de la chica.
—Disculpen, ¿se han detenido a verse en el espejo alguna vez? Parece que vuestro pasatiempo favorito es burlarse de la apariencia de los demás, pero parece que no han dedicado un segundo a ver la suya.— Hana se plantó frente al grupo, mientras decía.
—Si comenzamos a hablar de sus rostros, podríamos pasar toda la noche enumerando los defectos que tienen, cada uno de ustedes. Pero eso no es lo peor, ¿verdad? Lo peor está en sus pensamientos y en sus corazones, llenos de fealdad y crueldad. Si su única forma de sentirse bien es menospreciando a los demás, están desperdiciando su tiempo—, agregó Hana. —La verdadera grandeza se muestra al elevar a otros, no al derribarlos. Piensen en eso la próxima vez que decidan herir a alguien con sus palabras.
—Vamos— dijo Hana en un tono suave, protegiendo a la chica bajo el paraguas mientras la lluvia caía con furia. Los chicos, enojados y a punto de replicar, quedaron atrás mientras las dos chicas se alejaban.
Hana se giró hacia la chica, notando cómo ella intentaba ocultarse bajo su cabello empapado.
—Lim Joo Kyung?—, preguntó Hana, sorprendida al reconocer a la chica, quien nerviosamente negó. —Yo soy Ju Bal— dijo la chica.
—Joo Kyung, sé que eres tú—, insistió Hana, con comprensión en sus ojos. La joven se tensó aún más, lágrimas escapando de sus ojos mientras temblaba visiblemente. —No tienes nada de malo. Eres más que tu apariencia—, comenzó Hana, sus palabras surgiendo con empatía y comprensión.
—¿Vas a dejar de ser mi amiga y decirles a todos mi verdadero rostro?— Joo Kyung preguntó, su voz temblorosa, cargada de temor y vulnerabilidad.
—¿Te estás escuchando? La belleza no define quién eres— enfatizó Hana. —No dejes que las opiniones superficiales de los demás te hagan dudar de tu valía. Eres única y maravillosa tal como eres.
