Treinta

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Tras una larga noche de celo, Pon abrió los ojos, notando que algo presionaba su vientre, así que levantó la cabeza y vio que era un brazo.

Dudoso, este la giró y con sorpresa se encontró con que su captor estaba dormido profundamente a su lado.

...-¿Qué demonios?-habló apartándose rápidamente.

Totalmente desconcertado, el omega se frotó la cara pero de repente sintió un dolor punzante en su cuello, así que se tocó y con horror se vio que tenía sangre.

Muy molesto se levantó y caminó hasta el baño para poder mirarse al espejo.

-Oh joder, maldita sea, ha ocurrido... ese hijo de puta me marcó-protestó al verse la marca.

Apenas recordaba nada de lo ocurrido anteriormente, ni siquiera cuando había perdido el control por completo, ni cuanto tiempo había transcurrido.

-¿Qué voy hacer ahora?, maldita sea

Su cabeza le asestaba duros latigazos pues aún tenía restos de celo en su cuerpo, además de que el lazo estaba cambiando su sistema inmunológico.

Tras mojarse la cara, salió nuevamente del lavabo con intención de recriminar al alfa pero entonces miró hacia el final de la escalera y reparó en que la puerta estaba entreabierta.

Pon caminó entonces de puntillas para no hacer ruido y peldaño a peldaño consiguió llegar a la salida, mientras que Sailub siguió dormido y ajeno a la fuga de su lindo pero rebelde prisionero.

En la planta superior de la casa, este se encontró su ropa y su pistola, además de sus pastillas, las cuales llevaba siempre consigo en uno de los bolsillos de la chaqueta.

Rápidamente se tomó un par y a continuación se vistió para irse lo más pronto posible, por lo que en cuanto estuvo listo, caminó hasta la puerta principal y fugarse lejos de allí pues entendió que jamás debió atender ese encargo

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Rápidamente se tomó un par y a continuación se vistió para irse lo más pronto posible, por lo que en cuanto estuvo listo, caminó hasta la puerta principal y fugarse lejos de allí pues entendió que jamás debió atender ese encargo.

Estaba confuso pues por un lado quería matar al alfa de una vez por todas pues ya era personal pero por otro no quería volver de nuevo al sótano.

No estaba totalmente recuperado y podía ser que el alfa se despertara, volviendo a esposarle a la cama, por lo que finalmente chasqueó la lengua con desgana y abrió la puerta de la casa.

-No merece la pena

Varios minutos después, el alfa abrió los ojos y se frotó la cara, en la cual dibujó una sonrisa de satisfacción.

1. Soy tu dueño - PavelPooh TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora