Treinta y seis

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Esa noche, como había estado haciendo desde que vivía allí, Sailub terminó su cena y dio un beso a su madre para luego irse a su habitación.

...-Hasta mañana cariño, descansa.

-Y tú también, madre

El alfa subió entonces las escaleras y tras cerrar la puerta se dejó caer sobre la cama, donde intentó cerrar los ojos pero inevitablemente una vez más su mente lo llevó a recordar la noche en que había conocido a Pon en aquel bar y todo lo que habían pasado después.

Esas imágenes eran como si miles de agujas lo atravesasen, ya que cada beso, cada caricia y cada estocada que le había propinado al omega, le hacían volverse loco de deseo por volver a tenerlo.

Ya habían pasado muchas semanas de eso pero sin embargo, todo lo sentía como si tan solo hubiera pasado un instante...como si estuviera en un sueño y al despertar se encontraría a este dormido a su lado.

Recordaba el latir de su corazón cada vez que sus miradas se habían cruzado pues había sido como sentir vibrar su alma, además de que su celo se había despertado con este y aunque había llegado a marcarle, apenas sentía la conexión.

Finalmente, se quedó dormido pero nuevamente abrió los ojos cuando el reloj de su mesilla marcaba las dos de la madrugada pues sintió su boca seca y su garganta quemarlo como fuego, así que encendió la luz y tras beber un poco de agua del vaso de su mesilla, volvió a apagarla.

Un minuto después, de repente un frágil aroma llegó a sus fosas nasales y rápidamente su mente le llevó a pensar nuevamente en el extraño omega.

El alfa quiso encender la luz pero entonces notó que su alfa interior se revolucionaba, así que intentó dominar sus instintos pensando en sus negocios.

Nada de eso sirvió pues el recuerdo de cada momento que había pasado junto al omega se hizo más presente, por lo que hizo que sus instintos insistieran en volver a invadirle y dominarle.

...-¿Qué demonios me pasa?, ¿Por qué estoy así?, aún falta mucho para mi siguiente celo- susurró confuso-... joder, ¿Acaso me estoy volviendo loco?

Tras resoplar y sacudir varias veces su cabeza para intentar borrar esas imágenes de su mente, este cerró los ojos e intentó relajarse pero entonces el débil olor se hizo más presente, por lo que una vez más abrió los ojos.

-Volvemos a vernos maldito idiota-escuchó susurrar en la oscuridad.

-¿Quién es?, ¿Quién anda ahí?-preguntó extendiendo su mano nuevamente hasta el interruptor de su lámpara de noche.

Con sorpresa, el alfa se encontró a los pies de su cama con su tormento pues Pon armado, había trepado por la fachada de la casa y se había escabullido por una ventana, hasta su habitación.

Lejos de asustarse al ver el arma en la mano de este, Sailub lo miró con inmensa alegría y deseo, mientras sentía sus manos picarle por tocarlo y su interior le gritaba que lo poseyera una y otra vez.

Sentía además su polla palpitando bajo las sábanas y con la poca lucidez que le quedaba, este intentó controlarse pues quería saber porqué demonios el omega nuevamente quería matarlo.

-¿Qué haces aquí?, ¿Por qué haces esto de nuevo?

-¿Acaso no lo ves?, he venido a terminar el trabajo-le gritó Pon furioso.

-¿Matarme?, pero no puedes, soy tu alfa y tu eres mi omega- susurró Sailub moviéndose lentamente sobre su colchón

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-¿Matarme?, pero no puedes, soy tu alfa y tu eres mi omega- susurró Sailub moviéndose lentamente sobre su colchón.

-Emm n-no...no...e-eso no es verdad...t-tú no eres nadie para mi

-Estás mintiendo, puedo oler tu omega-gruñó el alfa deseoso e impacienciente-....él me reclama

-N-No eso es m-mentira, te odio y no te ne-necesito- balbuceó Pon sintiendo su manos y sus piernas temblar.

El alfa sonrió con lascivia y acto seguido se abalanzó sobre el omega saltando de su cama y sorprendiendo a este, quién no podía creer que sus años de instrucción resultaran tan inútiles.

El alfa sujetó al tembloroso omega y tras quitarle el arma, lo arrastró hasta la cama, donde rápidamente se puso encima y comenzó a olisquearle por todas partes.

-N-No su-sueltame...no qui-quiero—se resistió Pon- no quiero esto

Sailub gruñó furioso pues estaba muy excitado, ya que habían sido muchas noches esperando volver a tener a Pon así

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Sailub gruñó furioso pues estaba muy excitado, ya que habían sido muchas noches esperando volver a tener a Pon así.

-Mío...mío...

El omega sintió entonces una gran punzada en la mordida, en cuanto sus labios fueron atrapados y poco a poco su interior fue tomando el control, por lo que su enfado se fue yendo, mientras su entrada se lubricaba y su polla se endurecía.

-Alfa...alfa-jadeó ya sumido en el deseo.

El fuerte y atrayente olor de Sailub lo dominó por completo, llevándolo a un estado de sumisión y lujuria, que hizo que el alfa entrase en fase dominante, por lo que sus músculos se agrandaron, descargando el pijama y sus ojos se oscurecieron

Este notó que Pon volvía a soltar feromonas de celo y que se lubricaba sin control, por lo que su alfa inferior se removió deseoso de follarlo hasta hartarse.

-Mío..omega... mío -gruñó con sus negros ojos.

No podía resistirse más pues el omega despertaba una parte de él que ningún otro había logrado hacerlo antes y es que Pon, bajo suya, provocaba fervientemente que todo su ser estuviese ardiendo en llamas.

-Mío...mío...

Alfa y omega se miraron y entonces Pon se mordió el labio inferior, cosa que fue el colmo pues Sailub ya no pudo aguantarlo más y atrapó los dulces labios de este en otro necesitado y fortuito beso.

-Alfa...alfa...

La ropa del omega fue arrancada con furia por el alfa, así como la suya, ya hecha trizas y acto seguido le abrió y se introdujo en la dilatada y deseosa entrada de este.

Numerosas y fuertes estocadas fueron propinadas por Sailub, en medio de un sin fin de sensaciones, que sumió a ambos amantes, en una burbuja de deseo, llena de jadeos, suspiros y gemidos eroticamente privados.

Una vez más, el omega se corrió en su vientre, mientras sintió como el nudo del alfa se hinchaba en su interior y su cuello era mordido una vez más, reabriendo la herida.

Tras unos minutos echando su semen y lamiendo la marca, finalmente el alfa se desplomó sobre el colchón de su cama, mientras escuchaba los quejidos lastimeros del hermoso y rebelde omega tumbado a su lado.

Todo había sido muy rápido, fortuito y de nada le había servido a Pon el haberse atiborrado de pastillas durante las pasadas semanas, ya que los efectos del lazo habían sido mucho más fuertes.

Tampoco había sido capaz de llevar a cabo su intención de acabar con el alfa y es que a pesar de su resistencia e incredulidad ante la debilidad que le provocaba, su naturaleza omega fue quien venció.

......

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1. Soy tu dueño - PavelPooh TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora