Capítulo 19: Let's talk about Beckendorf.

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Con el paso del tiempo y la ayuda de Luke las cosas fueron mejorando. Ollympia dejó de sentir odio cada vez que pensaba en los dioses, lo que era un avance. Aunque el sentimientos volvía cada vez que se miraba a el espejo o le tocaba cambiarse de ropa y ver la cicatriz que cubría su brazo.

Silena intentaba subirle el animo respecto a ella, pero nada lograba hacer que dejara de usar ropas manga larga para tapar sus brazos, incluso con el abrazador calor del verano.

Ollympia seguía con sus practicas diarias y noches de paz. Sin embargo, un caluroso domingo, todos los campistas se movilizaron hasta la playa. Ollympia no fue la excepción. A pensar de que no pensaba ponerse un bikini ni meterse al agua, acompañó a Silena y sus hermanas hasta la arena para sentarse a tomar el sol. La semidiosa no quería broncearse, así que se instaló un poco más lejos de sus compañeros de cabaña, a la sombra de una sombrilla.

Un grupo de chicos de la cabaña de Hefesto pasó queriendo invitarla a jugar con ellos a pasar la pelota, pero se negó. Sacó un libro prestado de su bolsa y se recostó a leer. Tan solo había avanzado unas cuantas paginas cuando una figura femenina se paró frente a ella con una sonrisa y rastros de protector solar en las mejillas.

—Hola, Ollympia —dijo Annabeth. Saludó energética con un ademán de mano.

—Hola, Annie.

Ella sonrió. Generalmente no le gustaba cuando otros campistas le ponían apodos, pero oír aquel salir de la boca de Ollympia le hacía sentir querida.

—¿Puedo sentarme junto a ti?

—Claro —se hizo a un lado para dejarle espacio a Annabeth. 

La pequeña se acostó a su lado y sacó un libro de la mochila con la que andaba para ponerse a leer junto a su amiga. Ollympia le esparció bien el bloqueador solar y se pusieron a leer juntas. Durante un largo rato disfrutaron de la paz de la playa: la briza salda, la lectura en conjunto, charlar sobre los gustos de la otra y risas invaluables. 

Ambas se encontraban leyendo silenciosamente cuando una voz las interrumpió.

—¿Cómo están las chicas más aburridas del campamento? —preguntó Luke, desde lo alto. Ollympia y Annabeth quitaron la vista de las palabras de tinta y papel para encontrarse con la figura del mejor espadachín del campamento.

—¡Hola, Luke! —saludó la pequeña niña. Él le revolvió el cabello de forma amistosa.

—¿Tú no saludas?

Ollympia quiso fulminarlo ahí mismo.

—¿A caso no sabes que no se interrumpe a una dama mientras lee? 

Annabeth soltó una risa.

—Lo lamento, mi señora —Luke hizo una reverencia para disculparse —. Pero no podía dejarlas aquí sin invitarlas a que nos demos un baño, el agua está perfecta para disfrutar de una divertida tarde de playa.

—Gracias, Luke, pero paso —respondió.

—Si, estamos bien aquí —dijo la más pequeña.

Las dos jóvenes mestizas volvieron a concentrarse en sus lecturas, dejando al chico plantado sobre sus talones en la arena.

—Bien, no me dejan otra opción —dijo, con total inocencia. Sin aviso se agachó para tomar a la pequeña hija de Atenea en sus brazos. Intentó zafarse de los brazos de su amigo, pero él era mucho más fuerte que ella. Antes de que la llevara al agua, Annabeth le lanzó el libro que tenía en mano a la chica de la cabaña 10 para que no se empapara. Sin siquiera esforzarse la llevó al agua y la zambulló con ropa y todo.

game of perfect betrayals [Luke Castellan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora