Capítulo 1: Back home.

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En el sueño no vio nada más que a un niño. Parecía tener unos doce años, no más. No vio nada más de lo que la rodeaba, no sabía dónde estaba, quién se encontraba con él ni mucho menos quién era. Lo único que sabía con certeza era que estaba en peligro. Lo vio caer una y otra vez, como si hubiera estado peleando con alguien, pero no sabía con quien. 

Quiso sacar su espada para ayudarlo pero sabía que era un sueño, no podía hacer nada por él. 

Antes de que el chico cayera al suelo con un gran golpe justo frente a ella, Ollympia se despertó. Ya no recordaba nada del sueño, ni los rizos rubios del pequeño ni esos ojos que parecían concertarse con el mar. Pero aun así tenía la sensación de haber soñado algo importante, como cada noche.

—Ollympia —la llamó por quinta vez la voz de su hermana. Ollympia pegó un salto, sintiendo como una enorme ola de agua la mojaba de pies a cabeza, aunque no era más que eso: una sensación. En realidad, se encontraba tan seca como siempre. Arrugó el entrecejo al notar que se encontraba en su cama, en la cama de cortinas de dosel rosa de su cabaña. Suspiró intentando concentrarse en lo que la rodeaba: desde las suaves manos de su hermana hasta la luz de sol que entraba por las ventanas —. ¿Pesadillas otra vez?

La voz dulce de Silena tardó en llegar a su cerebro. Aún seguía un poco dormida.

—Eso creo —logró murmurar, incorporándose sobre las sabanas de seda.

—¿Sigues sin recordarlas? —Silena sonaba preocupada.

—Se van tan rápido como aparecen. Siento que soñé algo importante... sobre algo que pasará.

—Ya, siempre sientes lo mismo.

—Si, pero esta vez se siente... más cercano. Como algo que ocurrirá antes de lo que pienso.

Silena soltó un suspiro.

—Bien, pero tendrás que dejarlo para más tarde —Ollympia la miró extrañada. Silena se relamió los labios como si no estuviera segura de soltar lo que dijo a continuación —, porque ya volvió.

Ollympia sintió como si le faltara el aire. Se levantó de golpe de la cama y se puso sus pantuflas color rosa sin detenerse a pensar en nada. Solo podía pensar en una cosa: Luke. Había vuelto, estaba bien, estaba vivo. Eso era lo único que le preocupaba.

Corrió hasta la puerta de la cabaña sin importártele si tenía el cabello enmarañado. Pero antes de salir, se detuvo frente al marco de la puerta y se dio la vuelta para observar a Silena, que seguía sentada a los pies de la cama.

—¿Dónde está? —la voz se le quebró en la primera silaba.

La hija de Afrodita dudó en responder. Se mordió la lengua y luego habló:

—En la enfermería, deberías saber que... no está bien.

"No está bien" esas palabras se repitieron una y otra vez en su mente, como ecos. Necesitaba verlo inmediatamente.

Ollympia no tenía tiempo para preguntarle a su hermana a qué se refería con ello. Los rayos nacientes de sol iluminaban la colina mestiza permitiéndole a los mestizos disfrutar de un nuevo día. Corrió por los terrenos del campamento lo más rápido que pudo hasta llegar a la enfermería. El corazón le latía desbocado y sus pulmones respiraban de forma irregular. Tenía que estar bien, ella necesitaba que estuviera bien.

Cuando se plantó frente a la puerta dudó. 

Hacía un par de días había tenido un sueño bastante preocupante sobre Luke, su novio. El hijo de Hermes había sido encomendado por su propio padre en una misión y, como siempre, había partido. Luke le había dicho que le gustaría que ella lo acompañara, pero ella se había negado rotundamente. Había tenido suficientes decepciones por parte de los dioses, en especifico de su madre, como para querer poner en riesgo su vida otra vez por ellos. Le había intentando de convencer para que olvidara la misión y se quedara en el campamento, le dijo que los dioses no merecían que salieran a pelear por su honor, pero él había ido igualmente. Días mas tarde se despertó en medio de la noche con la espalda mojada en sudor, teniendo pesadillas sobre un dragón y mucha sangre.

game of perfect betrayals [Luke Castellan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora