Capítulo 3: The DNA of the Gods.

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Días después...





















Fue uno de los rayos producidos por la tormenta lo que finalmente despertó a Ollympia de su terrible pesadilla. Cada vez se hacían más recurrentes, como si algo malo se acercara. Se pasó la mano por la cara mientras jadeaba intentando calmarse. 

Murmuró algunas palabras mientras observaba como a su lado Silena dormía profundamente. Le habría gustado despertarla para contarle sobre su pesadilla, pero, al mismo, tiempo no quería interrumpir su descanso. Suspiró intentando no pensar en cada una de las pesadillas de la semana, en como cada vez se volvían más aterradoras y en como Cronos parecía darse cuenta de ellas.

"¿No estarás pensando en romper tu lealtad, verdad?" recordó que le había dicho durante un sueño. Desde hacía tiempo había comenzado a presentarse en sus sueños para hablarle, para contarle detalles sobre su plan para derrocar a los dioses y para asegurarse de mantenerla en su bando. "Por supuesto que no, mi señor" había respondido ella. "Eso espero, porque eres mi mestiza favorita, Ollympia. No me gustaría dudar de tu lealtad". 

Favorita. Esa era una palabra poderosa para ella. La había oído tantas veces de parte de gente que prefería olvidar que no podía evitar sentir escalofríos cada vez que él la llamaba así.

Estaba a punto de volver a dormirse cuando oyó ruidos en las demás cabañas. Era común que cabañas como la 7, 11 o 12 se quedaran despiertos hasta altas horas de la noche, pero aun así se levantó de su cama para observar por la ventana. 

En medio de la lluvia un grupo de chicos corrían poniéndose sus armaduras en el camino. No tenía que pensar mucho para saber que se trataba de un novato que había llegado a las afueras de la colina. A Ollympia siempre le había gustado ayudar a los demás, así que amarrándose el largo cabello en una cola de caballo tomó su espada y una chaqueta impermeable para cubrirse de la tormenta y el frio. Calzó sus convers más rápido que nunca. Abrió la puerta de la cabaña de Afrodita y salió a reunirse con los demás.

Siguió a los demás campistas que corrían por el césped empapado. Se detuvieron todos juntos a las orillas del campamento, buscando señal alguna de pelea pero parecía haber sido detenida por algo antes de que llegaran. Observó colina abajo como un chico descansaba bajo las gotas de lluvia que poco a poco se detenían. Ella y otros campistas fueron directo al chico, no debía tener más de trece años. Se hincó a su lado, levantó la mano para tocar su frente pero otro campista la detuvo. Tenía razón, tal vez no debían tocarlo hasta que llegara Quirón, podía tener alguna contusión.

—¿Él está bien? —preguntó uno de los mestizos, observando las heridas del niño.

—No estoy segura.

—Miren, ahí viene —apuntó otro. Sobre la colina mestiza la figura de Quirón se acercaba galopando hacia ellos. 

—¿Solo? —se preguntó otro chico. Era cierto, Ollympia observó la escena en busca de la presencia de alguien más, pero el chico parecía haber llegado solo. Eso si era una sorpresa. Ollympia había ayudado a recibir a casi todos los mestizos que llegaban en verano, ya que generalmente era la única época del año en la se encontraba dentro de las fronteras del campamento (a excepción de aquel año), y siempre llegaban acompañados de sus amigos sátiros o sus padres.

game of perfect betrayals [Luke Castellan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora