Capítulo 10: See ya next summer.

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Los meses pasaron y poco a poco los dos mestizos se iban haciendo más y más cercanos. Desde que la vio pelear con Ares, Luke se había comenzado a sentir realmente atraído por ella. Aunque no le gustaba admitirlo.

Ambos eran el dúo imposible de vencer en la arena. Luke era increíble con la espada, y gracias a las practicas que él y Ollympia compartían, ella también se había vuelto casi igual de buena en el poco tiempo que llevaba dentro de los terrenos del campamento.

La hija favorita de Afrodita se había acercado mucho más a una de sus hermanas, Silena. Ella le había enseñado a montar un pegaso incluso cuando a Ollympia le aterraba estar tantos metros sobre el suelo. Por suerte, gracias a su hermana rápidamente le perdió el miedo a las alturas.

A medida que los días pasaban Ollympia dejó de extrañar tanto a su padre, pero no porque no lo quisiera, sino porque comenzó a sentir a aquel campamento como su hogar.

—¡Vamos, Ollympia! —animó Silena desde las alturas mientras sobrevolaba sobre otro pegaso. 

Ollympia tomó con más fuerza la espada y se aferró a las correas de cuero del pegaso antes de lanzarle un fuerte golpe a Luke, que también volaba sobre uno de esos caballos alados. Logró evitar el corte lanzado por su amiga y dio una vuelta en el aire que seguramente ella solo podría hacer a la perfección si pasaba los próximos quince años solo dedicándose a practicar como manejar esos animales.

—¡A la próxima pégale más fuerte! —le gritó Clarisse desde el suelo, que observaba la batalla con mucho interés. El enojo por el enfrentamiento que había tenido la mestiza con su padre divino solo duró un par de días más, cuando Silena fue a verla después del almuerzo pasaron toda la tarde juntas. Y cuando Ollympia se acercó al comedor para cenar, ambas le saludaron sonrientes. No sabía qué cosas habían hecho durante la tarde, pero sabía que Silena había logrado algo asombroso: expulsar toda la furia del cuerpo de Clarisse.

—Te hace falta más confianza —apuntó Annabeth, observando a los pegasos moverse por el firmamento.

—¿Cómo quieres que confíe si en cualquier momento podría caer?

El animal relinchó, molesto. Sin duda había tomado sus palabras como un: ¿cómo quieres que confíe en un animalejo como este cuando podría dejarme caer en cualquier momento?

—Lo siento —dijo ella al pegaso, como si pudiera responderle. 

—Intentémoslo una vez más —ordenó Silena desde lo alto.

Ollympia se abalanzó sobre el pegaso de Luke, pero a ultimo momento el suyo hizo una pirueta que la lanzó por los aires. Soltó un grito escandalizada, pero pronto él la atrapó antes de caer al suelo.

Abrió los ojos mirando el césped a unos quince metros de distancia, las piernas le temblaron. Luke le dirigió una mirada burlesca por sobre el hombro. 

—¿Estás bien?

La mestiza se aferró aun más a su espalda al mismo tiempo que apretaba sus piernas contra el cuerpo del pegaso.

—¡No pienso volver a subirme a una de estas cosas de nuevo!

Silena ordenó que bajaran hasta donde Clarisse y Annabeth observaban. Ollympia mantuvo los ojos cerrados hasta que supo con certeza que habían llegado al suelo.

Luke bajó de la criatura, luego la ayudó a ella a bajar.

—¡Oh, precioso suelo! —exclamó, recostándose en las húmedos tallos de césped —. No volveré a perderte de vista nunca más.

—Eres demasiado dramática —apuntó Silena.

—Como si tu no gritaras cada vez que ves un poco de polvo sobre tu mesa de noche.

game of perfect betrayals [Luke Castellan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora