Capítulo 13: Stop looking at me with those eyes.

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Ollympia se metió el panqueque a la boca. Lo mascó un poco y lo tragó. Lo hizo lo más rapido que pudo para seguir contando su historia.

—Entonces mi papá pensó que lo mejor era que nos mudaramos más cerca del campamento. Viajar desde Westport hasta Long Insland demora mucho, y en caso de una situación de vida o muerte eso sería peligroso. Papá consiguió una casa en Yonkers, nos mudamos hace ya varios meses. Terminé el año escolar en mi antigua escuela pero mientras me quedo aquí me va a conseguir una plaza en alguna escuela de allí.

—¿Y qué va a pasar con tus amigos? —preguntó Silena, preocupada —. Tenías un gran grupo de amigas allí.

Ambas bebieron un sorbo del jugo de frutillas.

—Seguiré contactándome con ellas, o eso espero. Ayer Mariam fue hasta Yonkers para pasar una ultima tarde juntas antes de que viniera al campamento.

—¿Sabe que venías al campamento?

—Le dije que me quedaré en un campamento de verano normal. Su hermano va a uno.

—¿Y qué hay de la película que fuiste a ver?

—¡Ah! —recordó Ollympia —. Fue muy buena. Te contaré...

Mientras ella conversaban, los demás chicos y chicas de la mesa hacían lo mismo. Muchos de ellos no se habían visto en muchos meses, así que aprovechaban aquellas horas para comentar lo que había pasado en todo ese tiempo que no se habían visto.

Luego del desayuno todos los campistas se dirigieron a sus cabañas para ordenar sus pertenencias. Más tarde, Ollympia se dedicó a recorrer el campamento para saludar a los sátiros que trabajaban en el huerto y a las ninfas del bosque que coqueteaban con ellos. Cuando volvió a las cabañas se topó con Clarisse y sus hermanos, que no perdían el tiempo con tonterías y comenzaban a entrenar de inmediato. Iba a devolverse a la cabaña 10 para ayudar a Silena en caso de que lo necesitara, pero se detuvo al ver como la cabaña de Hermes estaba mucho más llena que el año pasado. Niños de todas las edades entraban y salían por las puertas de la cabaña que en algún momento había sido su hogar. 

«Silena podrá sola» pensó.

Se adentró en la cabaña, buscando con la mirada a su amigo para ofrecerle una mano con los campistas, pero se detuvo al ver como un niño de aproximadamente unos 12 años se movía bruscamente sobre las sábanas de su cama. Estaba cubierto de sudor. Parecía tener una pesadilla.

Ollympia se acercó para despertarlo, cuando lo logró, el niño la observó asustado.

—No te preocupes —le dijo —. Estás bien. Solo fue una pesadilla.

Tardó uno segundos en recordar dónde estaba. Todo le debía parecer muy extraño. Recordaba como se había sentido ella el año pasado cuando despertó en una de las camillas de la enfermería. Estaba tan asustada, tan preocupada. 

—Parecía muy real —logró decir. Intentó tragar saliva mientras miraba en todos los sentidos.

—Lo sé, pero no debes preocuparte. Ninguna criatura puede hacerte daño mientras estés dentro de las fronteras del campamento mestizo. Puedes estar tranquilo.

El niño la miró de arriba a abajo.

—¿Quién eres?

—Me llamo Ollympia Farrel —estiró la mano frente a él—. Un gusto.

—Ronald —tomó su mano —. Ronald Crawford.

—¡Ronald! —exclamó ella —. Como el mejor amigo de Harry Potter.

game of perfect betrayals [Luke Castellan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora