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Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que compartí un almuerzo de esta manera con mi familia y debería estar disfrutándolo, pero no estoy de humor para hacerlo.

Estoy empezando a irritarme conmigo mismo.

Ya sé que está enamorada de otro hombre y de no ser porque ha estado con él mientras aún está comprometida conmigo no me interesaría ni por un momento nada relacionado con esto. Aun así parece que estoy permitiendo que me afecte más de la cuenta.

Voy a arruinar su relación únicamente por un asunto de principios, no porque me importe, por lo mismo no debería molestarme de esta manera por cada cosa que ella haga.

Con algo de suerte esto no durará mucho tiempo. Ese hombre no va a soportar el que ella esté públicamente comprometida con otro y mucho menos que ese otro sea el Príncipe Heredero de la nación.

—¿Te gusta tu habitación o quieres instalarte en otra? —Escucho preguntar a mi madre y centro mi atención en la conversación que sostiene con Rosalie.

—Me gustó mucho gracias, pero pretendo regresar a mi apartamento esta noche.

—Rosalie —digo— No creo que sea una buena idea que regreses a tu apartamento sola con toda la prensa sobre ti. Todos sabemos lo mucho que detestas lidiar con ella y me preocupa que te hagan cambiar de opinión sobre lo de ser mi esposa.

La sonrisa que había estado forzando se convierte en genuina al verla apretar la mandíbula.

—Nada me haría cambiar de opinión con respecto a ti, Andrew —replica con fingida dulzura.

Sé que el comentario no pretende ser halagador en lo absoluto.

—Y creo que podré arreglármelas con la prensa —Se encoge de hombros—. Tendré que acostumbrarme a ella de todas formas.

—En eso tienes toda la razón, tendrás que acostumbrarte a ella —digo con una gran sonrisa.

—Supongo que es necesario que hablemos de tu seguridad, Rosalie —interviene mi padre—. Todo el mundo sabe ya que eres la prometida de Andrew. No tengo idea de quién pudo haber revelado la información, aún lo estamos investigando, pero bajo estas circunstancias lo mejor sería que te quedarás aquí.

Rosalie me lanza una mirada asesina a la que respondo con una enorme sonrisa.

—Aún es sólo un rumor —dice ella con fingida tranquilidad—. Me gustaría regresar a mi apartamento, por lo menos de momento. De resultar problemático podría luego mudarme de regreso a casa de mis padres.

—Respetaremos tus deseos —acepta mi padre—. Pero entenderás que vas a necesitar seguridad a tu lado todo el tiempo. Sabemos que no te gustan esas cosas, pero no es discutible, a partir de ahora eres la futura reina de Redomia.

Se limita a asentir.

—Dejemos la discusión sobre la logística de la seguridad de Rose para luego de la cena ¿sí? —interviene mi madre—. Hablemos de otra cosa, hace tiempo que no nos veíamos. Es una lástima que ni tus padres ni Mike pudieran acompañarnos en esta ocasión, Rose, pero la llegada de ambos fue toda una sorpresa y ellos ya tenían este compromiso.

—Sí, me lo explicaron. Ya nos pondremos al día luego.

—Por supuesto. Además con todo lo que hay que preparar para la boda vamos a pasar mucho tiempo juntos.

—Me imagino —dice con una forzada sonrisa.

—Aun no puedo creer que vayan a casarse. Voluntariamente, quiero decir. ¿Por qué no nos cuentas Rose como fue que mi hermano te hizo la gran pregunta? —inquiere Amelie con curiosidad.

Princesa a la fuerza (Historias de Redomia #1) (DISPONIBLE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora