—¡Calaveras! —grita la Reina mientras ve el par de alianzas que acabo de entregarle.
Me muerdo el labio para contener una carcajada mientras mi madre deja de arreglar la diadema en mi cabeza para observar las joyas.
—Por eso no nos las permitieron ver antes —dice Katerina riendo divertida.
—Pero si pudimos haber conseguido unas nuevas alianzas —señala Eliza con pesar.
—Lo sé, pero no queríamos cambiarlas —digo girándome para ver mi relejo en el espejo por millonésima vez.
¿Quién iba a decir que el papel de novia me sentaría tan bien?
—Nos gustan, son únicas. Además la inscripción es romántica: juntos hasta en la muerte.
No puedo evitar reír al recordar que cuando pedimos que escribieran eso el romance no estaba para nada en nuestras mentes.
—Ustedes dos nos cambian —dice mi madre.
—Pero al menos son una buena combinación —dice Amelie—. Se ponen de acuerdo hasta para sus locuras.
—Es bueno ver que al final todo salió bien —interviene Megan—. Supongo que ahora no lamentan tanto el que yo sea una bocona —dice con una sonrisa.
Le devuelvo la sonrisa al entender la referencia a la carta de "disculpa" que le escribimos.
—Gracias por el empujón, Meg —digo con sinceridad.
—Vamos, ya es hora —dice Sandra entrando en la habitación en la que espero.
Mi madre y la Reina se adelantan mientras que mis damas toman sus posiciones.
—¿Lista? —pregunta mi padre al llegar a mí.
—Sí —digo tomando el brazo que me ofrece.
—No me gusta meterme en tus cosas —dice mientras tomamos nuestro lugar—, pero tengo algo que pedirte.
Lo miro extrañada.
—Sé feliz —dice mi padre con una sonrisa.
—Lo seré —digo conmovida.
Mi corazón se acelera con el inicio de la marcha nupcial. Realmente ha llegado la hora.
Empiezo a deslizarme suavemente por el largo pasillo y cuando mi mirada se topa con la del hombre con el que pretendo compartir el resto de mi vida todo lo demás desaparece.
Hemos tomado decisiones cuestionables antes de llegar a este momento, pero no tengo dudas de que esta es la primera en que no estamos cometiendo ningún error.
Llego a su lado y libero el brazo de mi padre para tomar el de mi futuro esposo.
—Estás hermosa —dice Andrew con un tierna sonrisa.
—Tú pareces un príncipe —digo burlona.
—Te diría que también pareces princesa, pero temo que salgas corriendo.
—Tranquilo, ahora te costará mucho más que eso alejarme.
Él me dedica una enorme sonrisa y para mi sorpresa me atrae hacía él y me besa.
Me cuesta apenas un segundo el responderle.
El salón se llena de aplausos y nosotros nos alejamos riendo.
Andrew apoya su frente la mía sin dejar de sonreír.
—Te adelantaste por mucho —digo alegremente.
—Sabes como me gusta violar protocolos —bromea—. Te amo, mi princesa cobarde.
—Te amo, mi príncipe inmaduro.
Él vuelve a apoderarse de mis labios y yo siento que de pronto todo está en su lugar. Los miedos enterrados y yo en los brazos de Andrew.
Con la certeza de que cada día haremos nuestro mejor esfuerzo para asegurarnos un futuro juntos.
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Muchas gracias por llegar hasta aquí!
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Princesa a la fuerza (Historias de Redomia #1) (DISPONIBLE EN FÍSICO)
RomanceMuchas mujeres pasan años soñando con la llegada de un Príncipe Azul, pero... ¿Qué harían si llegara un príncipe real de la mano de todos los compromisos que su cargo representa? ¿Y si estuvieran obligadas a casarse con él? ¿Y si encima fuera su ex...