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Una semana, sólo una semana para la boda y yo estoy a punto de volverme loca.

Lanzo una mirada furtiva a Andrew, la razón por la que no he podido comer ni dormir adecuadamente en los últimos días, que va tranquilamente a mi lado revisando el itinerario para el día.

No entiendo qué es lo que se propone, pero si es acabar con mi cordura, sin dudas va a conseguirlo.

Todo parece indicar que terminamos y ni siquiera sé si referirme a lo que está sucediendo como una ruptura es acertado dado que se supone que no estábamos en una verdadera relación.

Aunque ni yo misma puedo seguir engañándome con esa tontería.

Esta será la primera vez desde aquel día que conviva con Andrew por más de unos minutos.

Lo he estado evitando de una manera que es casi cómica. No he sido nada discreta al respecto.

Hemos explotado la burbuja de ilusiones de nuestra familia de una manera que hasta da pena. Su tristeza es casi palpable. Es claro que no entienden como volvimos a estar de esta manera. Tan distantes.

Realmente resultamos ser una caja de sorpresas.

Se me hace difícil creer que en tan sólo días estaremos ante el altar y otra vez estamos en equipos diferentes.

No sé si culparlo a él o a mí.

¿Qué es eso de confesarse de esa manera cuando...?

¿Cuando qué?

¿Estábamos tan bien?

Su confesión adelantó lo que se veía venir. No podíamos seguir de esa manera. Todo se estaba poniendo demasiado complicado.

Las cosas son completamente diferentes que en nuestra primera ruptura. No sólo porque ahora todos lo saben y además estamos a punto de casarnos, sino porque en esta ocasión no hay discusiones, no hay nada.

Puedo lidiar con el enojo. Sé como manejar el que nos peleemos como locos, pero no sé como reaccionar al silencio.

La idea de pasar todo el día con él no me hace gracia y estoy profundamente arrepentida de haber aceptado asistir a esta inauguración justamente para poder estar con él.

Estoy en un estado de turbación tal que el saber que respira a mi lado me pone nerviosa.

¿Cómo se supone que voy a resistir todo un año en esta condición?

—Si sigues así te comerás tu dedo.

La voz de Andrew me sobresalta.

Entiendo entonces que estaba mordiendo mi uña.

Alejo mi mano de mi boca con rapidez y me acomodo en el asiento.

—¿Falta mucho para que lleguemos? —pregunto fingiendo naturalidad.

—Unos 15 minutos —responde mirándome fijamente.

Trago en seco.

—¿Sabes lo que se me ocurrió podemos hacer para matar el tiempo?

Se desliza en el asiento hacia mí.

Me aprieto contra la puerta del auto.

—¿Qu...qué? —logro articular lanzando una mirada rápida a Don y a Tony ante nosotros.

No se le ocurrirá hacer nada tonto como besarme ¿cierto?

«Por favor que se le ocurra hacer algo tonto como besarme.»

—Podemos... —baja la mirada a mis labios y mi corazón se detiene—, practicar las palabras que diremos en la ceremonia de inauguración.

Creo que mi decepción es palpable y me maldigo por ello.

Princesa a la fuerza (Historias de Redomia #1) (DISPONIBLE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora