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Me resisto a abrir los ojos a pesar del insistente sonido que se filtra en mis sueños.

Mi cuerpo se siente tan relajado que no quiero moverme, pero quien sea que esté llamando parece no tener intención alguna de rendirse.

Estiro mi mano hacia la mesa junto a la cama y tomo el teléfono sin siquiera abrir los ojos.

—¿Sí? —respondo adormilada.

—¿Rosalie? —reconozco la voz de Eliza.

—Buen día —digo con un bostezo—. Lo siento, acabo de levantarme.

—Está bien, tranquila, cariño. No era mi intención despertarte, únicamente quería hablar con Andrew. ¿Está despierto?

—¿Y yo por qué sabría eso? —replico a la defensiva.

—Lo siento, no quería insinuar nada, es sólo que ya que tienes su teléfono...

¿Su teléfono?

Me incorporo de golpe.

Veo con horror el teléfono en mi mano. No es mi móvil.

Giro lentamente para ver al desconcertante hombre que duerme tranquilamente a mi lado, ajeno al tumulto que acaba de desatarse en mi interior.

Por supuesto que recuerdo todo lo que sucedió anoche, con lujo de detalles y no me arrepiento de nada, pero a la luz del día no puedo pretender que todo esto es normal.

—¿Rosalie? —escucho llamarme—. ¿Rosalie?

Veo el teléfono sin saber qué hacer y mi primera reacción es poner fin a la llamada.

Acabo de dejar a la Reina hablando sola.

El móvil de Andrew vuelve a sonar casi de inmediato.

—Andrew —llamo—. Andrew —repito.

No hay respuesta alguna.

—Andrew —toco su espalda desnuda con algo de reticencia.

Nada.

—¡Andrew! —grito por encima del timbre del teléfono.

Se levanta con un respingo y me observa con infinita confusión.

—¿Qué sucede? —pregunta llevándose una mano al pecho.

—¡Tu mamá! —exclamo entregándole su teléfono—. Rápido, contesta.

Baja la mirada a mi cuerpo desnudo y sonríe

—No creo que hablar con mi madre sea la forma en que quiero empezar esta mañana —dice

Me cubro rápidamente con la sábana.

—Pero es la forma en que lo harás —digo—. Adelante, yo ya hablé con ella por error, responde.

Parece aún más confundido que antes.

—Mamá —dice al tomar la llamada—. Rosalie... Sí, claro que está bien... Ella... tuvo que salir a buscarme —me mira en busca de aprobación y asiento—. Sí, Mamá, estaremos allá en un momento.

Pone fin a la llamada y yo me dejo caer en la cama.

—Tu mamá sabe que nos acostamos —digo llevándome las manos al rostro.

—Es muy probable que sí —dice con tranquilidad—. En fin, será mejor que nos pongamos en movimiento. Al parecer vamos tarde.

Lo miro sin comprender.

—¿Tarde para qué?

—Para la degustación del menú para la boda.

Hago una mueca de horror. Lo había olvidado por completo.

Princesa a la fuerza (Historias de Redomia #1) (DISPONIBLE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora