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Al llegar a la biblioteca doy un portazo que con seguridad se ha escuchado por todo el palacio. La puerta no dura mucho tiempo cerrada pues Rosalie entra en la habitación sólo unos segundos después.

—¿Crees que bromeo cuando digo que no puedo si quiera verte en este momento? —digo girándome hacia ella.

—¿Y tú crees que me puedes humillar como lo has hecho y que no diga nada al respecto? —replica ella con irritación—. ¿Acaso te has vuelto loco? ¡Es nuestra fiesta de compromiso! ¿Sabes cuántas explicaciones tendremos que dar por la estúpida escena que montaste?

—Estoy harto de fingir, Rosalie.

—¿Y crees que yo no? Pero te recuerdo que todo esto es tu culpa. Fue tu grandiosa idea el decirle a nuestros padres que habíamos decidido casarnos.

—Te dije un millón de veces que podías cancelar esto cuando quisieras.

—¡Porque sabías que no iba a hacerlo! —Me lanza una mirada cargada de frustración—. Lo peor de todo esto es que ni siquiera entiendo tu reacción. Es decir, Andrew, todo lo que hemos estado haciendo es mentir, ¿así que qué más da que yo mintiera sobre tener un amante o que mi razón para huir fuera este compromiso?

Sé que estoy exagerando. Después de todo no tiene la culpa de que siga enamorado de ella. Pero simplemente no puedo evitar sentirme tan molesto.

—¿Por qué mentiste sobre el amante? —pregunto incapaz de dejarlo pasar—. ¿Por qué no me sacaste de mi error de inmediato?

—No lo sé —dice encogiéndose de hombros—. Bien, lo admito, dar a tu orgullo un golpe me parecía venganza suficiente por lo que habías hecho.

Suelto un bufido.

—¿Y por qué crees que el que te veas con otro supone un golpe a mi orgullo?

—Por favor, Andrew. Hiciste todo esto por que no podías aceptar que perdiste, aún cuando no quisieras lo que estabas perdiendo en primer lugar.

—No se puede perder lo que no se ha tenido, Rosalie. Ya lo dijiste antes, nunca has sido mía. Pero no importa, al final sí he perdido, en este juego tú has ganado.

—¿Qué he ganado, Andrew? —dice ella con pesar—. ¿Qué he ganado?

—Aquello que tanto quieres —digo con firmeza.

—¿Qué quieres decir? —pregunta en un hilo de voz.

Y es evidente por el terror en su mirada que sabe perfectamente lo que voy a hacer.

*

La puerta de la biblioteca se abre y mi hermano ingresa en la habitación.

Me veo obligada a desviar mi atención de Andrew.

Sé que esta farsa llegó a su fin y que es lo mejor, además de lo que he estado deseando todo este tiempo, pero esta no es la forma en que debían terminar las cosas.

Sin embargo es claro que él ha decidido confesar.

—Escuchen, los invitados ya están siendo despedidos y nuestros padres vienen hacía acá —informa Mike—. Están furiosos.

—Furiosos es nada —dice Amelie entrando en la habitación acompañada de Katerina—. Se acaba de crear un nuevo nivel para la suma de ira y ganas de matar que tienen nuestros padres.

—No me gustaría estar en sus zapatos, chicos —dice Katerina—. ¿Qué les sucede? ¿Se han vuelto locos? Entiendo que todas las parejas tienen sus diferencias, más la suya que es bastante cuestionable, pero pelearse el día de su fiesta de compromiso ante todos los invitados está totalmente fuera de lugar.

Princesa a la fuerza (Historias de Redomia #1) (DISPONIBLE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora