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 —Y se supone que tú supiste todo el tiempo que yo estaba... —digo mientras rememoro una y otra vez la historia que conté a Jenny para explicar la contradicción entre lo que la prensa dice y la realidad.

—Ya lo sé —dice Andrew con cansancio.

—Sí, pero no olvides...

—¡Ya basta! —me corta—. No soy un tonto, entendí a la perfección la primera vez que lo dijiste. Las 25 veces que has repetido lo mismo no marcarán diferencia alguna.

Requiere un gran esfuerzo contenerme y no decirle una vez más que sería mejor si desistiera de la idea de acompañarme. Sé que su verdadera intención es causar problemas entre Sam y yo, por lo que nada que diga lo hará echarse atrás.

Además, ahora que nuestras familias se han enterado de nuestros planes para hoy, me conviene tenerlo de mi lado.

—¿Listos para irnos, señores?

La voz de Don a mi espalda me hace dar un respingo.

Uno de los tantos inconvenientes de que se haya enterado la familia es que no hemos podido librarnos de la seguridad. Por lo menos hemos podido razonar con los reyes para que lo limitaran a lo mínimo posible.

—Sí —responde Andrew lanzándome una mirada de advertencia al ver que me disponía a pedir un momento.

Me trago mis protestas y los sigo hasta el vestíbulo donde la Reina y sus hijas nos esperan.

—¿Realmente no puedo acompañarlos? —pregunta Katerina por millonésima vez.

—No —respondemos Andrew y yo al unísono.

Parece ser la única cosa en la que estamos del todo de acuerdo.

—Queremos mantener esto tan en privado como sea posible, Katy —dice Andrew—. Tú obsesión con las redes sociales hará imposible que no postees antes del medio día que estás haciendo una obra de caridad.

—Sé controlarme —dice haciendo un puchero—. Además, con tal de verte ayudando a otros soy capaz de dejar mi teléfono celular en casa.

Él lanza a su hermana una mirada de pocos amigos y luego clava la vista en su madre.

—Nos vamos —anuncia.

—Bien, bien —dice Eliza con una sonrisa radiante—. Qué tengan un día espectacular. ¿Dónde me dijeron que es la feria?

—No te lo dijimos —responde Andrew con una sonrisa.

Habíamos acordado que mientras menos supieran los demás de nuestro paradero menos probabilidades teníamos de que se aventurarán a hacernos una visita. Además, la Reina está tan encantada con la idea de que Andrew vaya a prestar servicio comunitario que no sería sorprendente que enviará a la prensa sólo para presumir y limpiar un poco a Andrew de su reputación de egoísta.

Por supuesto, sabemos que de realmente querer saber a dónde vamos podrían tener la información en poco tiempo, pero no creemos que vayan a tomarse la molestia de investigar.

Me despido de Amy y Katy rápidamente, pero tardo un poco más en despedirme de la Reina, quien no deja de agradecerme en voz baja. Parece creer que soy una especie de ángel que está salvando a su hijo de la destrucción.

Al llegar al auto nos encontramos con Tony quien nos espera con la puerta del vehículo abierta. Una vez estamos dentro éste toma asiento junto a su hermano, Don, el jefe de seguridad de Andrew, que está tras el volante.

La familia Ponce ha estado al servicio de la Familia Real por generaciones, han hecho de protegerlos el negocio familiar.

Nos ponemos en marcha e inicialmente me concentro en mi teléfono móvil, pero tras encontrarme en este con un articulo de esos que cuestionan mi matrimonio con Andrew caigo en la cuenta de que no estamos solos y debe parecer muy extraña esta frialdad entre dos personas a punto de casarse.

Princesa a la fuerza (Historias de Redomia #1) (DISPONIBLE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora