6

1.4K 64 4
                                    

No puedo creer lo que se me ha ocurrido, pero lo cierto es que no tengo opción.

Sabía que tendría que buscar a un falso amante de todas maneras, sólo tuve que agilizar un poco la búsqueda.

No esperé que Andrew pidiera que se lo presentara y, aunque sé que unicamente buscaba acorralarme y no que aceptara, me parece que es la oportunidad perfecta para poner en marcha mi parte del plan.

Escabullirme esta madrugada resultó mucho más sencillo de lo que esperé. Muy pocos miembros de la prensa custodiaban el edificio en que se encuentra mi apartamento ya que todos creen que sigo quedándome en Palacio, lo que hizo bastante sencillo entrar y salir de este sin ser vista.

Además le pedí a mi oficial de seguridad no regresar a menos que le llamara ya que no tenía intención de salir de casa.

Los reyes querían que tuviese seguridad privada también durante la noche, pero me pareció totalmente innecesario —aparte de molesto— ya que el edificio en que vivo cuenta con un equipo de seguridad muy eficiente.

Miro a mi alrededor un poco preocupada.

Quizás esperar sola a horas de la madrugada luego de que mi identidad hubiese sido revelada no es un movimiento inteligente, pero nadie en el pueblo podría sospechar que estoy aquí a esta hora, sobre todo porque tras mi huida de ayer debe haberse esparcido el rumor de que me fui de aquí para siempre.

Escucho unos pasos acercarse y me siento tentada a gritar de felicidad. La mañana está helada y me muero por estar en un lugar cálido.

—¡Por fin has llegado! —exclamo.

Veo a Sam, mi jefe —creo que ex-jefe es más adecuado—, dar un respingo por la sorpresa.

—¿Qué haces aquí? —pregunta con desconcierto al reconocerme—. ¡Y a esta hora!

—Necesito hablar contigo —digo—, pero podrías abrir de una buena vez.

Sam abre la tienda sin decir palabra y yo le sigo al interior. Suspiro aliviada al empezar a entrar en calor.

—Supongo que has venido a disculparte por la forma en que abandonaste tu puesto de trabajo ayer.

—De hecho no —digo—. Aunque supongo que es tan buen momento como cualquier otro para decirte que tendrás que buscar mi remplazo.

Él me mira en silencio por unos segundos.

—¿Es cierto? —pregunta—. Lo que dijeron ayer en las noticias de la mañana... y repitieron en todos los programas siguientes. ¿Te vas a casar con el príncipe?

—Sí —admito—. Bueno no, depende... Escucha, es una larga historia, te la contaré después, por ahora sólo necesito que me hagas un favor.

—¿Qué sucede? —es evidente que se siente intrigado—. ¿Qué puedo hacer por ti?

—Se mi amante.

Me mira boquiabierto.

—Eh... Mira... Yo... —balbucea tratando de recuperar la compostura—. Escucha, Rose, no lo tomes a mal, me halagas, pero no eres mi tipo, pensé que lo sabías. El príncipe es más mi tipo, lo entiendes ¿cierto?

—Lo sé —digo—, por eso te lo estoy pidiendo.

—No creo que entiendas como esto funciona. Verás...

—No quiero que seas mi amante real —Le interrumpo—. Quiero que finjas serlo.

Parece aún más sorprendido que antes.

—¿Por qué?

—Porque no quiero casarme.

—¿Eso no deberías decírselo al príncipe?

Princesa a la fuerza (Historias de Redomia #1) (DISPONIBLE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora