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Entro al restaurante en que he acordado verme con Sam y Megan sintiendo todas las miradas sobre mí.

Es el problema de haber perdido la ventaja del anonimato.

Antes, a pesar de ser la heredera de un gran imperio, no le resultaba interesante a la prensa como por ejemplo lo hacía Georgina, pero ahora parece que soy su principal prioridad.

La sensación de tener que andar a escondidas o calcular muy bien mis pasos para no dar de qué hablar no me gusta en lo absoluto.

Tomo asiento junto a mis amigos.

¿Amigos?

¿Acaso me ha servido toda esta situación para ampliar mi circulo social?

—Lamento haberlos hecho esperar, chicos —digo—, pero mi madre y la Reina me hicieron ir a ver flores con ellas. Al parecer ahora que todo está listo para la fiesta de compromiso han decidido centrarse en los preparativos para la boda.

—Pensé que para este momento la fiesta habría sido cancelada —dice Sam—. ¿Acaso no le dijiste a Andrew ya que hemos terminado?

—De hecho no —digo no sin algo de vergüenza—. Lo cierto es que he decidido decirle la verdad.

—¿Que lo amas?

—No —niego de inmediato—. ¿Cuántas veces tengo que repetir que no lo amo?

—No importa cuanto lo hagas, no voy a creerte —dice sencillamente.

—Bueno, lo cierto es, Rosalie, que yo también empiezo a dudar todo eso de que no sientas nada por el príncipe —interviene Megan—. Es decir, vi los vídeos, y si así se besan en público no puedo ni imaginar como son en privado.

—Creí que había sido clara al decir que tenían prohibido rotundamente mencionar ese error de juicio que tuve.

—Di lo que quieras, pero eso se vio como todo menos como un error —insiste.

—Megan, estás casi sentándote en otra mesa —advierto.

—Tranquila, ya no mencionaremos más tus sentimientos por el Príncipe. ¿Qué verdad pretendes decirle? —inquiere Sam.

—Que no existes.

Me mira confundido.

—Bueno, no tú evidentemente, sino nuestra relación.

Nuestra conversación se ve brevemente interrumpida por el mesero.

—¿Y eso por qué? ¿Acaso no terminarías con todo al decirle sobre nuestra ruptura? —retoma Sam una vez volvemos a quedarnos solos.

—Ya entendí que eso no va a funcionar. No podemos decir la verdad. Eso no haría bien a ninguna de las partes. En este momento la única solución que veo es que trabajemos juntos para salir de esto de alguna otra manera que no implique admitir que hemos estado mintiendo. Pero para eso tenemos que dejar de pelear y en este momento el único problema entre nosotros eres tú. Es decir, mi falso novio.

—Entiendo —asiente lentamente—. ¿Y quieres que analicemos el por qué el asunto del novio es el problema?

—No empecemos otra vez.

—A decir verdad yo quiero seguir disfrutando de ser la dama de honor de la boda real por un tiempo más —dice Megan encogiéndose de hombros—, así que dale larga a esta farsa tanto como quieras.

—No te confundas, no pretendo que duremos mucho más con todo el engaño. Sólo digo que el método de salida ha tenido que cambiar.

—Yo creo que van a casarse —asegura Megan.

Princesa a la fuerza (Historias de Redomia #1) (DISPONIBLE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora