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Lanzo una mirada de reojo a Rosalie, quien toma su almuerzo tranquilamente, como si no notara que todas las miradas de los presentes están clavadas en ella.

Claro que sé que su tranquilidad no es más que una fachada, después de todo el que optara por saltarse el desayuno e intentara librarse de este almuerzo es un indicador de que buscaba evitarnos. Y no sé a quién quería evitar más, si a ellos o a mí.

Puedo decir con toda seguridad que nunca antes había estado tan confundido en mi vida.

Han pasado horas desde ese beso y juro que aún puedo sentirlo.

Pero lo que más me tortura es que no entiendo como llegamos a eso ni qué se supone que significa.

Sin importar todo lo que bebió durante la noche, ella no estaba tan borracha como para no ser consciente de lo que hacía. Me besó con toda intención.

Y si bien el alcohol pudo haberle dado el valor para hacerlo, el deseo era suyo.

Es claro que se dejó llevar y me encantó que lo hiciera, por supuesto, pero que luego decidiera encerrarse en sí misma y no decir una sola palabra me ha dejado muy confundido.

Necesito una explicación.

Algo.

Estoy seguro de que su intención era que lo tratáramos como mi casi confesión. Hacer de cuenta que nunca pasó. Sin embargo ninguno esperábamos que alguien —probablemente el mismo camarero que nos interrumpió— tomara unas cuantas fotos y las vendiera a la prensa.

Hoy esas fotos circulan por las redes y hasta fueron merecedoras de la primera plana en tres publicaciones diferentes.

Dado que no es la primera vez que un beso entre nosotros se hace de dominio público, debería darme igual, más no es así ya que antes cuando el beso salió a la luz nuestra familia creía que realmente estábamos en una relación. En esta ocasión ellos saben la verdad. Se supone que Rosalie y yo no estamos juntos, por lo que ese tipo de cosas no deberían estar sucediendo.

El extraño ambiente en la mesa deja en claro que todos estamos pensando en eso.

—Entonces... ¿se divirtieron en la fiesta? —pregunta mi madre con la mirada clavada en Rosalie.

Ella ni siquiera levanta la mirada de su plato.

—Bueno... —interviene Katerina—, por las fotos que circulan yo diría que mucho.

Vuelvo a mirar a Rosalie, quien parece decidida a no mostrar reacción alguna.

Ni siquiera sé qué debo hacer. Quisiera quitarle importancia al asunto, hacer algún chiste al respecto, sin embargo no lo creo apropiado porque no sé qué está pensando Rosalie.

—Ellos sin lugar a dudas sacaron provecho al evento —dice Mike tranquilamente.

—Ustedes realmente se toman muy en serio su trabajo de engañar a la gente —dice Amelie—. Es decir, si no fuera porque yo sé toda la verdad, estaría segura de que la única razón por la que se casan es porque están perdidamente enamorados.

—Me alegra que se tomen en serio lo de acallar los rumores que se han desatado con respecto a su relación —dice mi padre—, pero quizá deberían empezar a probar otras formas menos...

—Intensas. Intimas. Pasionales —dice Katerina.

Vuelvo a mirar a Rosalie con cautela.

Nuestro silencio parece incrementar el interés de los presentes, pero no puedo decir palabra cuando yo estoy tan confundido como ellos.

Princesa a la fuerza (Historias de Redomia #1) (DISPONIBLE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora