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Capítulo 26 / Fernando

Ser el mayor de su promoción le ha servido para que sus compañeros lo miren con idolatría por ser el que compra el alcohol para las fiestas y el primero en tener auto propio, pero también lo ha llenado de una sensación falsa de completa autonomía que se destroza cuando al adulto encargado de alguna situación le da igual lo que él quiere si ya las cosas están planeadas de otro modo. Y aunque Fernando le insiste al profesor Gutierrez, el oficial de su clase, que será incluso mayor en un par de semanas y por ende debería poder llevar su auto al viaje, la respuesta rotunda es un no. Lo deja en el parqueadero del colegio hasta su regreso y camina hacia el bus refunfuñando, incluso cuando a su lado Félix hace el intento de animarlo contando pésimos chistes.

"Va fumando marihuana, y va completamente stoned, volando y volando como un pájaro dice, y el policía lo agarra por la capucha, lo levanta y dice Volando te agarré, y nuestro compi contesta Eso es porque iba volando bajito."

Félix suelta una carcajada ante el ingenioso chiste y Fernando se pasa una mano por la cara, intentando ahogar una risa sofocada que se le escapa. Se sientan uno al lado del otro, Félix agarrando la ventanilla y él en el pasillo.

"¿Esos pésimos chistes se los cuentas a Karla también?"

Félix entrecierra los ojos. "Increíblemente, mi inmadurez emocional le parece atractiva. Seguramente bien de la cabeza no está."

Karla es una amiga cercana y socia de Noah, dueña de un bar cercano al estudio, y ella y Félix se conocieron la tarde que su amigo fue a conocer su lugar de trabajo y se gustaron inmediatamente. A pesar de ser incluso mayor que Noah, se ve con Félix regularmente, y a Fernando le gusta lo que ve en él, una tranquilidad que estaba olvidada entre los malos ratos que pasaba por su antiguo amorío.

El campo que se desprende ante sus ojos está completamente verde, tan vivo que los rayos del sol se reflejan en las puntas de la grama y de las flores como gotas de agua lluvia. Fernando se sorprende nuevamente de que el colegio haya pensando en un lugar así para el viaje; se graduará con una concepción levemente distinta de lo que pensó que era la cárcel donde estudió toda su vida. Es una reserva natural, y hay árboles de más de 17 metros de alto alrededor del camino que conduce hacia las cabañas donde dormirán. Aparentemente hay animales que transitan a los alrededores por las noches, y tanto él como Félix ya están planeando escaparse para alcanzar a ver algún simio o una mangosta como en las fotos que vieron a la entrada.

Hay dinámicas organizadas para ciertas horas del día pero relativamente las horas son de cada uno y es para disfrutar estar fuera de la ciudad por unos días. La primera noche la disfrutan con una fogata a la orilla de la represa. Todos sus compañeros se unen, las 42 personas que, la gran mayoría, han estudiado con él desde la guardería. Se siente un efluvio de nostalgia, todos compartiendo historias chistosas y recordando momentos no tan divertidos pero necesarios, que de alguna u otra manera, los cambiaron a través de los años. Entre las anécdotas se habla de la vez que, en un retiro espiritual que se hace al final de cada año desde sexto hasta noveno, Félix se tiró a la piscina con ropa y zapatos a recoger el maletín de Fernando que lo habían tirado al agua a modo de juego, cuando este había tirado entrelazados dos maletines de unos compañeros a campo abierto desde el cuarto piso. Fernando tiene el recuerdo fresco, especialmente porque en ese maletín tenía el primer celular que le regaló Eric unos meses antes de que se fuera de la casa por primera vez. Sentado en el tronco a un lado de su amigo siente un repentino sentimiento de adoración y le pasa un brazo por el cuello para acercarlo y darle un beso a un costado de la frente. Félix se limpia con ambas manos mientras se ríe, y se retiran a la media hora del círculo, caminando hacia la cafetería para agarrar algo de comer antes de regresar a la cabaña. La comparten con otros dos chicos, Rodrigo y Carlos del equipo de fútbol, que no están en la habitación cuando entran con dos refrescos y los sándwiches que Clara les empacó a la tarde.

De antes, para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora