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Capítulo 15

Estar en la casa de los Henríquez se siente distinto para Fernando y cree que Félix lo siente de igual manera. Cuando escucharon las pisadas de Clara por el pasillo, Félix había entornado los ojos y había enterrado la cabeza en el computador, mientras que él se encogió de hombros y se plasmó con fuerza en la cama. Pocas veces en los últimos años había subido a estudiar al cuarto de Félix, y sabe que fue a propósito. Reprime las ganas de ir al cuarto de Clara y recuerda la vez que lo había hecho, la primera vez que estuvieron juntos. Se levanta para sacar el celular del maletín y le escribe un mensaje. Espera provocarla tanto como él lo está.

A los dos días, sentado en el sofá del salón, Fernando no deja de mirar las escaleras, aunque intenta hacerlo lo más disimulado posible, a la espera de que Clara aparezca, camino a la cocina o siquiera a saludarlos. Sabe que la segunda opción es menos probable, pero no puede dejar de imaginarse cualquier vía para poder verla.

"Viejo, no estás jugando bien," dice de pronto Félix, sacándolo de su ensoñación.

"Estoy distraído."

"Pensando en mi hermana. Dios, sube si quieres."

Fernando levanta una ceja hacia él pero Félix sigue concentrado en la pantalla de la televisión. "¿Me estás hablando en serio?"

"No lo sé. Pero ni siquiera estás aquí, así que daría igual donde estés."

Se ríe pero no se mueve, y sabe que hizo lo correcto cuando ve que Félix deja el control de lado y se recuesta en el sofá, resoplando.

"Esto es más complicado de lo que había pensado cuando te animé. Préstame las llaves de tu auto. Y voy a manejar donde quiera y cuanto quiera, ¿listo?"

Fernando le entrega las llaves sin decir una palabra, mirando estupefacto mientras Félix se pone los zapatos y habla tropezando las palabras. Se despiden de un choque de puños y pronto su amigo sale por la puerta y él se queda solo en el salón. Jamás, en los escenarios que se había imaginado de cómo sería cuando Félix supiera, había pensado que así sería la aprobación. Siente el cariño hacia él con una pasión enternecedora.

La puerta del cuarto de Clara está sin seguro cuando rueda el picaporte, y cuando asoma la cabeza dentro, la encuentra frente al closet, en sostén y bragas, y dándole la espalda a la puerta. Le pica la punta de los dedos ante la anticipación de tocarla, y se acerca en silencio. Posa ambas manos sobre sus ojos y suprime una sonrisa cuando Clara pega un pequeño brinco.

"¿Silvio?" dice y Fernando retira las manos con una rapidez que lo marea. Siente las palmas en llamas. Clara se voltea al segundo y lo mira con ojos atónitos. Él reconoce el ardor en el estómago. "Fer. Lo siento. Estaba esperando a Silvio."

"¿Y lo esperas así, en ropa interior?"

Tan pronto dice la frase, siente ganas de huir. Se da la vuelta para salir del cuarto, furioso al sentirse más dolido que enojado. Desde que supo que Silvio estaba de nuevo en la vida de Clara, no se había atrevido a imaginar que lo estaba de la misma manera que él.

Clara se interpone en el camino a la puerta, y cuando se apoya en ella, se cierra con un ruido prometedor que resbala por cada rincón del cuarto. Fernando desvía la mirada hacia el cuerpo semi desnudo frente a él, y aprieta los ojos para intentar sacarse la imagen de la cabeza pero ya el suyo está respondiendo.

"No lo estaba esperando como tal. Es solo que me acaba de escribir."

Clara le posa las manos sobre las mejillas y Fernando inhala una bocanada de aire por la nariz. Le apoya las manos involuntariamente en la cintura cuando la siente apretarse contra él.

De antes, para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora