Capítulo 16 - Medidas.

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—«El rey se ha amagado mucho últimamente...»

Frente a un postrado Link, el rey Rhoam y la princesa se hallaban discutiendo tranquilamente acerca de como Zelda estaba "huyendo" de sus obligaciones como princesa.

El rubio estaba en lo cierto, por los rumores que circulaban entre las personas del reino y sumado a la demora de su hija por despertar sus poderes, se empezó a aseverar con ella, temía que a este paso cuando estos se activasen ya fuera muy tarde. No le gustaba ser duro con Zelda, pero debía de hacerlo, tanto para cumplir sus roles de padre, como los de rey. 

—¡Basta ya de excusas! ¡Harás lo que yo te diga! A partir de hoy, meditar en las fuentes será tu única obligación. Los súbditos comienzan a dudar...—Dijo el rey fuertemente, dirigiéndose a un costado del puente.—¿Sabes lo que dicen de su princesa? Que es inmadura, irresponsable...y hasta incapaz. Demuéstrales que están equivocados...¿Entendido?

—...Sí, padre. Entendido. 

—«Espero que algún día puedas entenderme y perdonarme, hija.»—Pensó Rhoam, aun manteniendo su semblante serio y abandonando la escena. 

Si bien Link se mantenía en silencio, objetaba internamente, no estaba de acuerdo con las acusaciones del rey, había visto de primera mano como la princesa se esforzaba por cumplir con su destino y de como las inseguridades la carcomían por ser incapaz de hacerlo. 

Zelda finalmente cedió a su padre, no podía llevarle la contraria a una orden dada por el mismismo rey, incluso si eso significaba dejar de lado las investigaciones que tanto le apasionaban y las palabras de alivio que le había dado Link. 

—«Lo lamento por usted, alteza...»

Había pasado todo el día y ya había llegado la noche, Zelda había pasado las horas antes de ir a dormir rezando en las fuentes del palacio sin obtener éxito alguno

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Había pasado todo el día y ya había llegado la noche, Zelda había pasado las horas antes de ir a dormir rezando en las fuentes del palacio sin obtener éxito alguno. Ahora mismo estaba sobre su cama, deprimida por el cambio abrupto de la situación, ya no solo era la presión constante a ella misma de despertar sus poderes, ahora también tenía a su pueblo y a su propio padre haciéndolo. Involuntariamente, empezó a llorar, preguntándose que le hacia falta.

Toc Toc  Fue el ruido que deshizo el triste silencio que había en su cuarto. No entendía de quien se trataba, nadie podía tocar su puerta en cuanto iniciara su horario de siesta. Rápidamente se secó las lagrimas y fue a abrir la puerta. 

—¿Link?

—Disculpe el atrevimiento, alteza. 

El visitante se trataba de su escolta, tan tranquilo como siempre, sin embargo, vio algo que nunca pensó que cargaría alguien como él: Un libro. 

—Tome.—Link le ofreció los escritos.

—¿Qué son?

—Las anotaciones de un investigador Sheikah. 

El rey de 3 razasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora