Capítulo 54 - La niña y el chico.

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—Puedo caminar, en serio.

—No, déjame hacer esto. Es lo mínimo.

Ya era de noche en el desierto gerudo y pese al gran frio, Link, con Riju en sus espaldas, mantenía un paso constante. 

—Se siente como si apenas ayer hubiéramos dejado a la princesa en su letargo.—Mencionó Riju viendo al cielo estrellado.

—Eso pasó hace varios años.

—Ya lo sé, tonto.—Respondió, dándole un suave golpe en su cabeza al rubio.—Lo digo en un sentido metafórico...Si soy honesta, me hubiera gustado que más cosas hubieran cambiado en este tiempo.

—¿Algo en específico?

—Dejar de verte en tu traje de gerudo femenino sería un buen paso.

—Ojalá algún día dejes tus bromas respecto a eso...

—Será el día en el que dejes de usarlo...Pero, las cosas no siguen igual. Mis sentimientos y la forma en la que los veo es lo que más ha cambiado.

El poco espacio que quedaba entre los dos fue deshecho cuando Riju envolvió en sus brazos alrededor de Link, cerrando sus ojos e ignorando el hermoso paisaje que contemplaba hasta hace unos segundos, simplemente se quería enfocar en el tacto, uno tan especial que solo él le podía proveer.

—Estoy segura de que, si aquel día no te hubieras aparecido en el palacio, mi vida sería una eterna monotonía. Condenada a estar estancada.

La primera vez que lo vio no llegó a dimensionar lo importante que sería para ella. No solo por sus sentimientos que guardaba por él, sino por el cómo llenó de color sus infinitos días grises.

—...

—¿Qué acaso soy la única que se va a sincerar? Vamos, di algo.

—¿Cuál es la necesidad de hacerlo?

No tenía problema en hacerlo, solo que no entendía como el ambiente se prestó para esto en tan poco tiempo.

—Solo estamos tú y yo, en medio del desierto, mientras me llevas en tu espalda, ¿No te emociona ni un poco? Qué aburrido.

—No es eso...

—Sí, lo sé. Puedo sentir como tu temperatura y pulso aumentan.

El hecho de que lo señalarán no hizo más que el efecto aumentase en brusco.

—¿Sabes? A mí también me pasa lo mismo.

—Yo te noto muy tranquila.

—Digamos que lo sé disimular Jeje.

—...Sin tu ayuda, no estaría aquí. Me hubiera quedado envuelto en la tristeza y mi vida no hubiera avanzado. 

Fue solo una casualidad, pero de algún modo terminó en sus brazos tras tanto divagar. Un acontecimiento que de no haberse dado, muy posiblemente hubiese significado la victoria total de Ganon.

—Lo dices como si fuera una santa.

—¿Que no lo eras? Una muy burlona.

—No, por supuesto que no. También tengo deseos oscuros.

Riju cambiaría de posición, recargando su mentón sobre el hombro de Link, mientras con su mano derecha acariciaba una de sus mejillas suavemente.

—Por ejemplo: estaría encantada de monopolizarte y alejarte de la princesa.

Con suficiente tiempo de conocerla, el hyliano sabía muy bien que esta no era una de las bromas de su amiga. Además, el repentino cambio de voz a uno más serio le hizo ponerle la piel de gallina.

El rey de 3 razasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora