Capítulo 52 - No volverá a suceder.

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Habiéndose hecho con Epona, Link, más determinado que nunca dio inicio a su nueva travesía. El desierto Gerudo estaba a básicamente medio reino, el tiempo que le tomaría a llegar hasta allí era algo que le alarmaba. 

—«¿Fue una pesadilla o una visión?»

Incluso cuando no era la razón principal por la que eligió ir con Riju, aquel sueño le dio el empujón que necesitaba, pero, ¿Era solo un sueño? La duda le carcomía y le hacía preocuparse cada vez más. Bien podía ser simplemente un panorama imaginario nacido a partir de sus miedos internos, o un futuro caótico del que no quería saber.  

—«Tengo que hacerlo, no puedo dejarla sola.»

Una parte de sí se arrepentía por haber postergado su partida, un tiempo desperdiciado que no podría recuperar y que podría significar llegar tarde y perder a quien amaba...de nuevo. El nivel de peligro de su contexto actual, con el resurgimiento de ese ser fantasmagórico que inició todo, era fácilmente relacionable con el cataclismo, lo que le hizo revivir aquel trauma.

—«En aquel entonces no llegué a tiempo con ella...»

Los guardianes le llevaron al letargo y Mipha terminó muriendo en la trampa orquestada por Ganon y su furia del agua. En estos momentos desconocía la situación exacta del desierto Gerudo, pero si una raza guerrera como lo eran sus habitantes necesitaban de su asistencia, era porque algo andaba mal. 

—«Lo lograré, llegaré a tiempo.»

Tenía que hacerlo, incluso si al final se estuviese alarmando de más, no descansaría hasta asegurarse de que Riju estuviese a salvo. No pensaba dejar que la tragedia se volviera a repetir. 

Días de viaje después, llegó al desierto, evidentemente cambiado desde la última vez que estuvo allí. Apenas se podía transitar: una tormenta de arena no dejaba ver a la distancia y las fuertes olas de viento hacían su andar más pesado. Sin embargo, eso no sería suficiente para detenerlo. Como pudo terminó llegando al bazar, en donde si bien no se detuvo, no fue necesario para notar el deprimente animo de las gerudo. Con ansias, aumentaría su ritmo a la ciudadela, rogando por que lo peor no hubiera pasado ya. Al llegar notó de inmediato que estaba vacía, ni siquiera tenía a las típicas guardias custodiando la entrada. 

—«Luego me disculparé por lo que voy a hacer.»

Su traje de gerudo femenino estaba en su casa, por lo que no contaba con él y detenerse ahora le era ilógico, por lo que, se adentró en la ciudadela como un hombre. Parecía como si nadie nunca hubiera vivido allí. Las niñas alegres corriendo, las vendedoras en la plaza, los locales, el campo de entrenamiento, todo estaba desocupado.   

—«¿Dónde estás, Riju?»

Lo mejor hubiera sido preguntar en el bazar, pero aprovechando que estaba aquí iba a buscar alguna pista en la sala del trono, así que se dirigió allí, aunque, sus planes cambiaron al ver el hueco que había en las escaleras del palacio. Intrigado, caminaría por su interior hasta dar con una guardia. 

—¿Mmmm? ¿Un voe? ¿Has venido a resguardarte de la tormenta? Lo siento, pero no te puedo dejar ingresar a las catacumbas. Voy a hacer como que no te vi, así que puedes usar las casas de la superficie. 

A sabiendas de que no podría hacerla cambiar de opinión y que no era posible decir nada sobre su relación con Riju, decidió buscar otras alternativas para entrar, lo que lo llevó a encontrarse con el acueducto del refugio. 

—«Espero salir en un lugar discreto. Solo necesito ver si aquí está Riju.»

Usando infiltración llegaría hasta el refugio, pero en la plaza, lugar en el que todas las presentes veían como medio voe aparecía de la nada. 

El rey de 3 razasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora